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Aquello que recordamos

-¿Por qué has venido hasta mi casa?- me dijo mirándome fijamente con aquellos grandes ojos que tenía. Su piel era muy clara, he allí la razón de porqué le decían Gasparín.

-¿Me preguntas la razón de mi visita y ni siquiera me la agradeces?, que yo sepa tu siempre has sido la antisocial del grupo; obviamente ahora sigues con esa actitud.

El frío de la noche era penetrante; ni el saco grueso, ni los guantes de lana podían evitar que mis huesos se congelen.

¿Cuántas personas vienen a visitarte a la semana? ¿Una o dos?- sabía que debía controlar mi ansiedad, a veces la exaltación me empujaba a decir cosas demás. Ella no dejaba de mirarme fijamente, esta vez su mirada reflejaba perplejidad. Supongo que la razón de tal expresión fue el batido de palabras que le serví, el cual no era precisamente dulce.

-Richard, hemos cursado dos años de secundaria en el mismo salón y jamás hemos intercambiado palabra alguna ¿por qué me visitas ahora?- su voz era melódica. Recuerdo que en el colegio una vez la escuché cantar en el salón, mientras ella creía estar sola.

You can take everything I have/You can break everything I am/Like I'm made of glass/Like I'm made of paper/Go on and try to tear me down/I will be rising from the ground/Like a skyscraper/Like a skyscraper

Tenía una pronunciación única, impregnaba sus propios sentimientos en cada palabra. Tal vez en esa época le gustaba alguien de nuestra clase, y mientras vocalizaba, mantenía la imagen de su anhelado amor en sus pensamientos. Aquella tarde de mis recuerdos, repetí su voz en mi mente una y otra vez hasta el cansancio.

-¿No me invitarás algo caliente por lo menos?- me puse cómodo en su sillón.

-Hablo en serio, prácticamente eres un desconocido para mí.- ella tenía las uñas pintadas de color rojo, y un vincha crema. En mi salón fueron muy estúpidos al tratarla siempre como una marginada. Era hermosa. Bajo la sombra de su mejor ‘amiga’ Chiara, ella solo era la asistente de la popular del salón, quien la acompañaba a todos los eventos a los que asistía la maldita zorra de Miss Chiara Malibú.

-Pensándolo bien, es estúpido que preguntes el motivo de mi visita ¿no crees?- por sus rosados labios entreabiertos pude deducir que había entendido mi mensaje. Bajó la mirada, vaciló un poco escogiendo sus palabras antes de contestarme.

-Lo sé, Richard. Discúlpame, creo que he sido descortés contigo. No he tenido la oportunidad de decírtelo en persona; pero sinceramente me apena mucho lo que pasó con tu prima. Yo… te juro que estuve poco tiempo en esa fiesta y no vi nada más, di mi declaración a la policía, cada detalle que recordaba lo dije aquella vez. Me hubiera gustado hacer algo más para que la tragedia no sucediera. ¿Ella ahora está bien?-

-Una tarde te escuché cantar en el colegio. Yo estaba tratando de terminar una tarea sentado en una de las bancas, y en ese instante pensé que un ángel había bajado a la tierra solo para deleitarme por unos segundos con su dulce voz. Pero… eras tú. La chica con quien nunca había socializado. La chica con quien jamás había intercambiado palabras, pero en ese momento sentía que  cada una de sus palabras eran para mí. Me enamoré de tu voz.-

-No te entiendo, ¿por qué me mencionas todo eso?- cada cambio de expresión dibujado en su rostro era un deleite para mí, quería que nuestra conversación no acabara.

-Quizás nunca debiste ir con Chiara a buscar a mi prima. Solo era una fiesta más, ¿por qué te afanabas en parecerte a esa perra? Eres hermosa tal como eres.

- ¡¿Qué es lo que te pasa?! Yo no intentaba parecerme a ella, pero andábamos porque siempre me brindó su amistad. Chiara logró que no sea una simple tonta en el salón, podía ser alguien que, a pesar de no socializar mucho, podía estar en los mejores lugares a los que gente de nuestra edad podía ir, conseguí una buena adolescencia y se lo agradezco. No te voy a permitir que la llames perra, ella tampoco tiene la culpa de lo que le pasó a tu prima. Si la fuimos a buscar aquel día fue porque ella nos había caído bien y la habíamos integrado a nuestro grupo.- Ahora también la había visto exaltada. Era un espectáculo único ver florecer sus emociones.

- Pudiste resaltar con tu voz- dije con un tranquilo tono de voz.

Una breve sonrisa pasó por sus labios

-Gracias, pero siempre he tenido miedo a que alguien me escuche cantar- bajo su mirada una vez más y se ruborizó. Para mí, había acabado la función.

-Ella debe ir a terapia cada semana. Se le hace difícil caminar, ha perdido la movilidad de su pierna izquierda. Sus riñones y vejiga quedaron dañados, debe usar unos incómodos pañales. Tuvieron que quitarle el útero. Le arrancaron los sueños de ser una futura madre. Puede que nunca más quiera que un hombre la toque. Tiene horribles cicatrices por todo su cuerpo, una le desfigura su mejilla derecha. Pero todo eso solo son detalle al lado de las horribles pesadillas que tiene cada noche, en al cuales revive una y otra vez como despedazan su cuerpo mientras copulan con él ¿sabes qué creo que es lo peor? Que ella aún sigue respirando, sintiendo todo ese maldito martirio en el que se ha convertido su existencia. Tiene solo 16 años, tiene tu misma edad. Pero ni tú, ni Chiara sienten el infierno al que mandaron a mi prima aquella noche. ¿Cómo están ustedes? Por lo que sé, la zorra esa está celebrando su ingreso a la universidad y tú estás alistando maletas para largarte del país.- me incliné hacia ella y le dije casi susurrando. - Vamos, quiero que me respondas. ¿Es justo eso?-

-Richard, tranquili…-

-¡¿Quiero que me respondas?!- la interrumpí alzando la voz-¿Es justo eso? ¡¿Es justo eso?!

Era evidente el miedo que había despertado en ella. A veces ser sutil puede ser perjudicial. No importa cuánto uno lo intente, si el salvajismo y la violencia te brotan hasta por los poros, no lo puedes contener por mucho tiempo. Y una vez que emergen, lo hacen con tanta fuerza que podrían volarle la cabeza a alguien.

-¡Basta Richard! Tranquilízate- ella también alzó la voz

Nos miramos fijamente por unos instantes, luego suspiré y me puse de pie.

-Tengo que irme- dije un poco más tranquilo.

-Será lo mejor…te abriré la puerta- ella también se puso de pie y trató de dirigirse hacia la entrada principal.

Al momento que ella me dio la espalda, busqué el martillo que cuidadosamente había ocultado en uno de los bolsillos de mi saco. Lo tomé, apretando el mango de madera fuertemente con mis dedos.


-Cuidate mucho, Ross.-

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Por fin estoy de vacaciones, pero siento que los vicios me están quitando demasiado tiempo. Debo adecuarme una vez más a escribir periódicamente, así no perder la práctica y agarrar cancha, explorando nuevas estructuras narrativas, estilos o algunas de esas huevadas que me servirán. Después de todo, no creo que sirva mucho como marketero.

Los dejo con la canción Skyscraper de Demi Lovato. Hit lanzado en el 2011 como parte del disco Unbroken. No soy un ferviente seguidor de los artistas prefabricados en Disney, pero esta canción me encanta por sus atmósfera envolvente. Además tiene como plus de que la buena de Demi estuvo a punto de colgarse por depresión antes de sacar esta canción, o algo por el estilo. 

Les escribió Joss!, el que debe dejar de jugar PlayStation y empezar a leer más libros. See ya!









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Si es que alguna vez gané

“Aquí los malos son malos, los buenos también si les regalas tus labios y tu piel”
Mar de Copas

No existen palabras para describir la tensión que sentía cuando estabas sentada a mi lado en uno de los sillones de mi sala. No era fácil contener mi felicidad, tampoco mi nerviosismo, ni los deseos que ocultaba bajo un cojín o con un beso en la mejía sin ningún fin. Yo algunas veces llegué a sospechar que tú sabías muy bien lo que provocabas en mí, pero también entendías que jamás sobrepasaría el límite que tu fantástica amistad me marcaba. Entendía que tuya habías elegido a una persona, y no me quedaba más que respetar las decisiones que tomabas. Solo me acogía a las fantasías que podía crear a partir de las historias que me contabas en la oscuridad de las tardes de los jueves. Aquellas fantasías que entristecían mi alma cuando te marchabas, pues sabía que en algún momento una simple despedida se volvería la última vez que nos veamos. Y pues así pasó, no pude evitar el golpe de tu partida. Me hubiera gustado sentirte mucho más tiempo cerca de mí, pero yo no era nada como para pedirte aquellos anhelos. Solo quedó aferrarme a aquella vez en el cual nos echamos juntos en mi sillón y te pude abrazar; o la vez que me aventuré a darte un pequeño beso en los labios antes de tu partida, como un error de cálculo y puntería al momento de despedirme, el cual tu nunca rechazaste y reprochaste. Es más, nunca volvimos a hablar de ello…

Han pasado varios años, y ahora la verdad no sé exactamente dónde estarás. No me animo a preguntártelo por alguna red social. No tengo fuerzas para conversar. Muchas cosas te traen a mi mente y es imposible olvidarme de ti como suelo hacerlo con tanta gente. Es inevitable rememorar las tantas veces que prometimos viajar juntos, o recordar que mantenía la fe de que en un momento podría decirte lo tanto que te amé. Sé que eres feliz con alguien en algún lugar, y es algo que no pretendo perturbar. La última vez que volviste, no quise verte, no querré hacerlo nunca más. Si alguna vez me preguntas el porqué, tampoco tengo palabras para describirlo.


Los dejo con la canción Sobre las vías del tren de la banda peruana Mar de Copas, publicada como parte del disco Entre los árboles en el año 1994.


Les habló Joss!, el sufrido que recuerda viejos amores a las 5 de la mañana. ¡Hablamos!




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Llamada de emergencia

-  Qué hay Lombardo a los siglos–

- ¿Estás viendo las noticias? ¡Joder debes estar viéndolas ahora mismo! Medio Lima está viendo las noticias en este momento- respondió. Él hablaba demasiado rápido, sentía que cada palabra me la decía entre dientes, como tratando de soportar dolor. En el fondo podía escuchar el sonido de las sirenas de emergencia. En seguida me di cuenta de la situación.

- ¡Maldición Lombardo, qué haces allí! ¡Pensé que te habías largado a Trujillo!- la desesperación fluyó en mi tan rápido como parpadear y ver una vez más el televisor.

El tiempo se detuvo en ese instante, y se me helaron las manos. En la pantalla podía ver como ardía peor que Troya uno de los edificios de aquella universidad. En la parte inferior, el noticiero anunciaba que la policía se preparaba para entrar y rescatar a los rehenes.

- Volví a buscarla y… ¡aquí me tienes!, a un paso de irme al carajo- Lombardo dio una desatinada carcajada, y empezó a toser fuertemente.

-Oye escúchame viejo, tranquilízate. ¿Estás bien?- al responder, empecé a sentir una ráfaga helada que me recorría desde la garganta hasta el estómago cada vez que tragaba saliva.

-¿Estoy bien? Oye creo que tú estás más nervioso que yo. Me estás preguntando estupideces tío. Mira tu pantalla por cinco segundos más y dime si estoy bien.

- ¡Déjate de tonterías Lombardo! ¡¿Estás herido?! ¡Dime tu ubicación exacta! Estoy marcando al 105…

- Olvídalo- interrumpió- Ellos llegarán cuando todos los que quedamos en este edificio estemos en el infierno, si es que no lo estamos ya. Ahora sólo suelta tu teléfono fijo, pero mantén bien agarrado tu celular, siéntate en tu sillón y mira la pantalla; trata de calmarte como lo estoy intentando yo.

Dejé mi teléfono y me senté. En la pantalla podía ver a patrullas y ambulancia por lo que parecía una de las puertas principales de la institución.

- Escúchame ¿Recuerdas  cuando una vez hablamos de que si no hay nada que remediar mejor no gastar energía y usarla en lo que aún se puede lograr? Usa ese principio tío, pues tú no puedes hacer nada para mejorar mi situación. Ya no. Ayer por la noche aún creía que yo podía mejorarla, pero ahora, con cada gota de sangre veo tan lejana una maldita solución, joder. Llegué por la mañana a Lima, buscando a Edén. No podía perderla tío, no podía dejarla ir. ¿Tú sabes cuantas noches he soñado con ella? Cuantas veces he querido tenerla a mi lado y hacer todo lo posible para que perdone todas las estupideces que hice. ¡Soy un imbécil tío! como pude hacerle tanto daño, cuando ella lo único que hacía era amarme. Carajo el dolor está aumentando. Ensayé un discurso tantos días, y al bajar del bus perdí todas mis palabras. En ese momento me di cuenta de que si yo iba a pedir perdón, me tenía que salir del alma y no solo fingir que he redimido todos mis pecados. Joder cómo amo a esa chica. Lo primero que se me ocurrió fue venir y buscarla aquí. Tenía en mente darle una sorpresa, hacerle entender que por ella vale la pena cambiar las cosas y volver a empezar en cualquier lugar. Compré un ramo de tulipanes, como nunca lo hice. Llamé a Giacomo y le pedí que me prestara uno de sus tarjetas de ingreso. Lo hice venir este maldito día… diablos ahora su cuerpo está cerca de la biblioteca. No sé quiénes están haciendo esto, llevan máscaras y un arsenal de guerra. Te soy sincero, no me importa. ¡No me importa nada!, ni que Giacomo esté muerto, ni que otros estudiantes más murieran mientras corría escapando de una ráfaga de balas, solo tengo en la cabeza encontrar a Edén. Perdí a los tiradores en las escaleras. Llegué escabullirme al cuarto piso. Y es allí cuando empezaron las explosiones. Demonios, nunca me he creído un héroe, estoy asustado. No quiero que ella esté aquí. Solo eso, quiero sacarla de esta pesadilla, ¡no quiero que le pase nada! Mierda me estoy desangrando. Hay cuerpos tirados por todos lados, acribillados, chicas y chicos, profesores. ¡Tío este es el maldito infierno!


La voz de Lombardo se resquebrajo, por primera vez lo escuché llorar.

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Mis exámenes continúan, pero me doy un tiempo para distraerme, a nada.

Los dejo con The Lovers, una más de Indochine, pero es que este grupo es ¡lo máximo!. Igual: Black City Pare / 2013

Les habló Joss!, quien no quiere dejar su hábito de escribir cualquier tontería. See you!!



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Alguien debió evitarlo

“Querido Lombardo:
Es estúpido empezar así, porque la verdad y para ser sinceros desde un principio, me llegas al reverendo pincho y ni siquiera eres mi amigo; pero debido a las circunstancias, eres el único en quien puedo confiar. Soy el huevón al que todos los días le compras cigarrillos a una cuadra de tu casa. En fin, creo que hoy es un buen día para recordar lo que es escribir, a costa de mis manos rotas. ¿Por qué lo están? Pues porque he golpeado la pared hasta sentir mis huesos astillados. ¿Y cuál es el fin de eso? No tengo una forma diferente de enfrentarme al mundo. Llevo tantos años tratando de ser algo más que un simple bodeguero, pero hasta ahora no encuentro el fin de mi existencia. Tal vez para alguien sano como tu eso suene estúpido, pero desde la secundaria siento esto que me oprime, esto que siempre me hace dudar de mí, no sé controlarlo. Mi padre es un mayor del ejército, mi madre es arquitecta, yo llevo trece años de mi existencia pensando en cómo me etiquetarán, pero lo único que he obtenido es el rechazo de aquella maldita universidad a la que deseo entrar. Quizá debería intentar algo mucho más grande, pero las motivaciones son muy vacías a estas alturas. Hace un par de meses conocí a una chica y fue genial. Las veces que salimos me enamoré de su sonrisa y sus ojos, y empecé a suspirar como en la más cursi de las películas románticas. Pensaba en las cosas que le diría cuando la volviera a ver, e imaginaba a ella como la heroína en mi triste historia. Pero uno de mis defectos es ilusionarme demasiado rápido. Un día sin ningún motivo me dejo de hablar. Pasé varios días tratando de averiguar que hice mal o que dije para que hiciera aquello. Nunca lo supe, y es que no sabes cómo odio a la gente que en un momento te habla bien, te trata como un amigo y luego simplemente te bota a la basura porque no ven algo grandioso en ti. ¿Acaso a eso le puedo llamar amistad? Eso es mentir, ser un hipócrita. Si aborreces a una persona, pues desde un maldito principio se lo haces saber, y no esperas que su patética vida esté hecha añicos ¿No crees? Las últimas semanas me las he pasado meditando, y no he llegado a ninguna conclusión. No encuentro una solución. Seguro de que la hay, pero ahora estoy tan ciego con esta enfermedad que no puedo pensar en otra cosa que no sea largarme. Sé que luego me arrepentiré, pero al demonio, no puedo seguir cargando el arma de mi viejo para toda la vida.”

-El maldito infeliz se voló los sesos la otra noche- dijo Lombardo.
-Con razón al venir vi coronas fúnebres en la tienda- le dije mientras sostenía el pedazo de papel, el cual evidenciaba que había sido estrujado y manchado con lo que parecían lágrimas.- ¿Irás a su funeral?-
-No, a mí también me llegaba al pincho ese huevón- respondió Lombardo mientras encendía un cigarrillo.


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Ahora mismo estoy algo molesto, por lo que pretendo desahogarme un poco escribiendo alguna entrada, en fin hasta que alguien lo lea esto se mantendrá escondido. Eso me causa gracia.

Los dejo con College Boy de la banda francesa Indochine, de su álbum Black City Parade lanzado el 2013.

Escribió Joss! , el que debería estar en clase, o estudiando lógica, o estudiando macro, o haciendo algo por su vida.



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Una conversación más

¿Alguna vez te ha pasado que al empezar una conversación con una persona, y repentinamente se sintieron cautivados por todo lo que esta decía? A tal punto que empezaron a observar detalles ajenos a los temas de conversación, los cuales ante cualquier otra persona pasarían inadvertidos. Me refiero a esos momentos donde te sientes tan encantado que sientes la necesidad de captar las matices del momento, de tratar de buscarle una explicación fuera de lo común a un momento tan placentero. Empiezas por observar el detalle de sus labios, la forma como estos dibujan cada palabra que articula; los movimientos de las cejas y ojos; el movimiento de sus manos cuando desea explicar algún detalle; las sonrisas que deja escapar cuando dice algo gracioso; de seguro miras de reojo como su cabello se mueve mientras habla. Cada uno de estos detalles unidos te dan la impresión de que tu mente no se conforma con estar sumergida en el placer de una conversación encantadora, sino a la vez trata de plasmar el momento en un mural imaginario, que podrás revisar cada vez que desees en la posterioridad. Imagina vivir esta experiencia cada vez que hablas con dicha persona que te hace sentir todo ello, poco a poco, empiezas a sentir que tal vez iniciar una conversación no fue tan casual, y que hay una razón por la cual la conociste y decidiste lanzar tu primera palabra. Y todo va tan especial hasta que de un momento a otro, ya no existe más, me refiero al momento donde no te vuelven a hablar de forma tan especial. Es fácil darse cuenta, pues hasta hace solo unos instantes sentías tantos detalles, y que de un momento a otro te lo arrebaten, créeme que es un abismo excepcional con una caída que te parte en pedazos el ego. Pasas días preguntándote que hiciste mal para que aquello mágico no siguiera su curso. Tratas de recordar qué cosas dijiste o que detalles obviaste. O tal vez te sientas horas frente al espejo, tratando  de descifrar si  en uno de tus gestos está la respuesta a tal incertidumbre. Te revisas el aliento y las axilas; la afeitada y el peinado; la colonia y el desodorante. Intentas volver a hablarle, mantienes una cordura moderada e intentas contener todas las preguntas que mantenías en tu cabeza tantos días: que no se de cuenta que estas desesperado. Pero una vez más, esa persona está tan alejada, que piensas que te has convertido en un extraño más. Puede que luego vuelvas a sentarte frente a tu espejo, con el autoestima envuelto con papel periódico; con el ego en una bolsa de basura, y parte de tu corazón convertido en un pedazo de mierda. Tratando de recordar que hiciste mal, que mala palabra dejaste, que chiste malo contaste. O tal vez simplemente te envuelves entre tus sábanas y recuerdas cada conversación interesante que mantuvieron, y dejarás salir unas lágrimas, mientras maldices a la sociedad por ser tan cruel o simplemente por no dejarte encajar en ella. 


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Los dejo con Clone de la banda Metric, lanzado en el 2012 como parte del álbum Synthetica. Joder que sentimental estoy. Les hablo Joss!, el que entra usando Incógnito al Chrome para que no le encuentren porno en el historial ¡Hasta la próxima!




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Doce años, la mitad de mi vida

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Tenía diez cuando nos presentaron, tu recién hace un par de meses habías llegado al mundo. Yo entré a casa después del colegio y te vi echadita en un lavatorio cubierta con una toalla. Al sentirme, levantaste tu cabecita y me miraste por primera vez. Había esperado durante mucho tiempo tu llegada, y no pude evitar la emoción cuando te vi. Aquella imagen jamás la voy a borrar de mis pensamiento, porque en ese momento conocí a un ser que me sería fiel cada día de su vida. 

¿Recuerdas las aventuras que tuvimos? En aquel distrito que recorrimos, cada calle y cada avenida, cada camino entre bosques, cada viaje. Ambos éramos muy jóvenes, y al igual que tu, buscaba explorar el mundo al lado de alguien en quien podía confiar. 

¿Recuerdas cuando te hacía dormir en mis piernas? y por las noches te metías a mi cama buscando mi calor, escondiéndote de mi viejo para que no te botara y te mandara al mueble. 

¿Recuerdas cuando me esperabas que volviera del colegio? te me abalanzabas en mi encima y así empezábamos una tarde en la que los dos jugábamos hasta el cansancio. 

¿Recuerdas cuando llegamos a la gran ciudad? Tu viajaste a mi lado, escondida. Estabas asustada, pero yo te abrazaba para que te calmaras. Nos encaminábamos a una nueva vida, alejada de aquellos parajes que solíamos recorrer con tanta libertad. 

Pasó el tiempo, y la ciudad nos volvió dos seres más distantes: yo hundido en mis problemas, tu tratando de ser buena en una nueva casa. Aunque tal vez no lo entendías, yo siempre andaba pendiente de ti, así ya no jugáramos como antes, siempre me preocupabas. Y me emocioné cuando saliste preñada y tuviste cuatro cachorritos. 

Tal vez poco a poco la edad también fue calando en nuestras emociones, poco a poco, pasábamos los días sin siquiera saludarnos. Tu cada vez más amargada, yo sumergido en las estupideces de la vida. Pero siempre me importabas, y me alegraba cuando movías la cola, como si trataras de decirme que a pesar de nuestros cambios aún éramos amigos. 

Un día antes de que partas para siempre, lo único que puedo decir es que te amo mucho , siempre te consideré como parte de mi familia, desde aquella vez que nos conocimos, hasta ahora que estás postrada en una camita. Mis lágrimas ahora son en vano, así como tratar de pedirte perdón. Tal vez, en algún momento, podamos soñar que ambos volvemos a ser los pequeños que éramos antes, y podremos correr por aquellas calles de aquel distrito en el que nos conocimos, podremos explorar esos boques que eran parte de nuestra libertad, podremos revivir aquellas aventuras que en los últimos años nos fueron esquivas, podremos ser felices de nuevo.