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Una conversación más

¿Alguna vez te ha pasado que al empezar una conversación con una persona, y repentinamente se sintieron cautivados por todo lo que esta decía? A tal punto que empezaron a observar detalles ajenos a los temas de conversación, los cuales ante cualquier otra persona pasarían inadvertidos. Me refiero a esos momentos donde te sientes tan encantado que sientes la necesidad de captar las matices del momento, de tratar de buscarle una explicación fuera de lo común a un momento tan placentero. Empiezas por observar el detalle de sus labios, la forma como estos dibujan cada palabra que articula; los movimientos de las cejas y ojos; el movimiento de sus manos cuando desea explicar algún detalle; las sonrisas que deja escapar cuando dice algo gracioso; de seguro miras de reojo como su cabello se mueve mientras habla. Cada uno de estos detalles unidos te dan la impresión de que tu mente no se conforma con estar sumergida en el placer de una conversación encantadora, sino a la vez trata de plasmar el momento en un mural imaginario, que podrás revisar cada vez que desees en la posterioridad. Imagina vivir esta experiencia cada vez que hablas con dicha persona que te hace sentir todo ello, poco a poco, empiezas a sentir que tal vez iniciar una conversación no fue tan casual, y que hay una razón por la cual la conociste y decidiste lanzar tu primera palabra. Y todo va tan especial hasta que de un momento a otro, ya no existe más, me refiero al momento donde no te vuelven a hablar de forma tan especial. Es fácil darse cuenta, pues hasta hace solo unos instantes sentías tantos detalles, y que de un momento a otro te lo arrebaten, créeme que es un abismo excepcional con una caída que te parte en pedazos el ego. Pasas días preguntándote que hiciste mal para que aquello mágico no siguiera su curso. Tratas de recordar qué cosas dijiste o que detalles obviaste. O tal vez te sientas horas frente al espejo, tratando  de descifrar si  en uno de tus gestos está la respuesta a tal incertidumbre. Te revisas el aliento y las axilas; la afeitada y el peinado; la colonia y el desodorante. Intentas volver a hablarle, mantienes una cordura moderada e intentas contener todas las preguntas que mantenías en tu cabeza tantos días: que no se de cuenta que estas desesperado. Pero una vez más, esa persona está tan alejada, que piensas que te has convertido en un extraño más. Puede que luego vuelvas a sentarte frente a tu espejo, con el autoestima envuelto con papel periódico; con el ego en una bolsa de basura, y parte de tu corazón convertido en un pedazo de mierda. Tratando de recordar que hiciste mal, que mala palabra dejaste, que chiste malo contaste. O tal vez simplemente te envuelves entre tus sábanas y recuerdas cada conversación interesante que mantuvieron, y dejarás salir unas lágrimas, mientras maldices a la sociedad por ser tan cruel o simplemente por no dejarte encajar en ella. 


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Los dejo con Clone de la banda Metric, lanzado en el 2012 como parte del álbum Synthetica. Joder que sentimental estoy. Les hablo Joss!, el que entra usando Incógnito al Chrome para que no le encuentren porno en el historial ¡Hasta la próxima!




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Doce años, la mitad de mi vida

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Tenía diez cuando nos presentaron, tu recién hace un par de meses habías llegado al mundo. Yo entré a casa después del colegio y te vi echadita en un lavatorio cubierta con una toalla. Al sentirme, levantaste tu cabecita y me miraste por primera vez. Había esperado durante mucho tiempo tu llegada, y no pude evitar la emoción cuando te vi. Aquella imagen jamás la voy a borrar de mis pensamiento, porque en ese momento conocí a un ser que me sería fiel cada día de su vida. 

¿Recuerdas las aventuras que tuvimos? En aquel distrito que recorrimos, cada calle y cada avenida, cada camino entre bosques, cada viaje. Ambos éramos muy jóvenes, y al igual que tu, buscaba explorar el mundo al lado de alguien en quien podía confiar. 

¿Recuerdas cuando te hacía dormir en mis piernas? y por las noches te metías a mi cama buscando mi calor, escondiéndote de mi viejo para que no te botara y te mandara al mueble. 

¿Recuerdas cuando me esperabas que volviera del colegio? te me abalanzabas en mi encima y así empezábamos una tarde en la que los dos jugábamos hasta el cansancio. 

¿Recuerdas cuando llegamos a la gran ciudad? Tu viajaste a mi lado, escondida. Estabas asustada, pero yo te abrazaba para que te calmaras. Nos encaminábamos a una nueva vida, alejada de aquellos parajes que solíamos recorrer con tanta libertad. 

Pasó el tiempo, y la ciudad nos volvió dos seres más distantes: yo hundido en mis problemas, tu tratando de ser buena en una nueva casa. Aunque tal vez no lo entendías, yo siempre andaba pendiente de ti, así ya no jugáramos como antes, siempre me preocupabas. Y me emocioné cuando saliste preñada y tuviste cuatro cachorritos. 

Tal vez poco a poco la edad también fue calando en nuestras emociones, poco a poco, pasábamos los días sin siquiera saludarnos. Tu cada vez más amargada, yo sumergido en las estupideces de la vida. Pero siempre me importabas, y me alegraba cuando movías la cola, como si trataras de decirme que a pesar de nuestros cambios aún éramos amigos. 

Un día antes de que partas para siempre, lo único que puedo decir es que te amo mucho , siempre te consideré como parte de mi familia, desde aquella vez que nos conocimos, hasta ahora que estás postrada en una camita. Mis lágrimas ahora son en vano, así como tratar de pedirte perdón. Tal vez, en algún momento, podamos soñar que ambos volvemos a ser los pequeños que éramos antes, y podremos correr por aquellas calles de aquel distrito en el que nos conocimos, podremos explorar esos boques que eran parte de nuestra libertad, podremos revivir aquellas aventuras que en los últimos años nos fueron esquivas, podremos ser felices de nuevo.