0

Cita Inusual - Parte 2: Dudas / Corta reflexión del autor

- ¿Y qué tal te fue en tu examen de admisión?- Le pregunté a Alfredo mientras nos sentábamos en los sillones de mi sala.
- Bien Johnny, ingresé en décimo puesto- me respondió con su voz chillona, esas de las que tienen los tipos despreocupados y fanfarrones.
- Quién lo diría, o sea ya eres cachimbito-dije con tono sarcástico.
- Ni yo me lo creí, creo que… ¿oye tienes cigarros?- Dijo, interrumpiéndose así mismo.
- No fumo, Fredy ya lo sabes.
- Si quieres ser también periodista vas a terminar ingiriendo más humo que agua al día- me dijo, al mismo tiempo que alzaba su mochila y rebuscaba entre sus cosas.
- A la mierda, espero que no sea así. Por cierto, eso de ser periodista…
- Lo sé, no lo mencionaré. No sé por qué te avergüenza comentarlo, de seguro vas a terminar como mi perro en algún periódico.
Fredy sacó una cajetilla de cigarros  del fondo de su mochila, cogió uno y se lo puso entre los labios. Me miró y sonrió.
- No quería gastar los míos.
- Eres un malnacido- le dije burlonamente y me recosté en el sillón.
- Supongo que si tienes encendedor- me dijo.
- Putamare, tengo fósforos en la cocina- le dije y me volví a poner de pie.
- Ya que chucha, solo déjamelos aquí- dijo Fredy con tono burlón-. Y de paso una taza para las cenizas.
Me dirigí a mi cocina y cogí una caja de fósforos de una de las repisas y una taza que casi no usaba. Volví a la sala, lancé la cajita al sillón en el cual Fredy estaba sentado y puse una taza en el suelo.
- Más increíble que mi ingreso es que tú tengas un departamento para ti solo y no traigas a ni una flaca- Fredy encendió uno de los cerillos y se lo acerco a su cigarro-. Si yo viviera solo aprovecharía para tener a Nanci todos los días a mi disposición. Es más creo que voy a alquilarte tu piso mientras estés trabajando como huevón en esa tienda.
- Jódete oe, no es que yo quiera vivir solo, pero mis viejos prefieren que esté aquí a que en casa de mis tíos, arrimado como un gusano- le respondí al mismo tiempo que me volvía a recostar sobre mí sillón. Levanté una de mis piernas y la apoyé en la rodilla de la otra. Parecía uno de esos vagos de las caricaturas.
- ¿No piensas volver a salir con alguien?
- Sí he salido con algunas chicas, pero eran salidas, nada más.
- Desde que estuviste con Atenas no has vuelto a salir formalmente con alguien, eso preocupa viejo.
- De eso te iba a comentar.
- ¿Por fin vas salir con alguien?
- Sí, con Atenas para el 14.
- No me jodas, ¿con ella? ¿Cómo así?
- El otro día fue a la tienda en mi turno y…
- No pudiste evitar hablar con ella sobre cojudeces.
- Estamos sin pareja los dos, saldremos como amigos.
- ¿Qué te une tanto a ella? Ya han pasado algunos años, viejo; ni yo he estado tan jodido como tú.
- Es una larga historia de secundaria.
- Siempre has dicho eso. Cuéntame un poco a ver si te llego a entender y de paso me termino mi cajetilla-
- No sé si me llegues a creer- dije mirando al techo.
- Suéltalo.
- Bien…era mi último año en secundaria… Atenas, su amiga Miranda Chávez, su enamorado de ese entonces, Santiago Nápoles y yo nos vimos envueltos en la desaparición de un compañero  de colegio: Graham Salomón.
- Ese nombre me suena ¿Fue en el 99 verdad?
- Sí, el último día de noviembre de 1999.-
- ¡Exacto! Recuerdo leer una nota sobre ese caso, creo que a su papá lo encontraron muerto, desbarrancado o algo así.
- Sí, y a nosotros cuatro durmiendo en un matorral cercano al precipicio donde encontraron al señor.
- No me digas que ustedes desaparecieron al fulano y  de paso mataron a su viejo.
- Anda huevón, no sabemos qué pasó exactamente; es más, ni siquiera podemos recordar que pasó esa vez.
- De seguro los cuatro se metieron una borrachera con ácido y terminaron matando al pobre Graham. Cuando su viejo lo fue a buscar lo desbarrancaron. Escondieron el cuerpo de tu compañero y se quedaron colgados. Cuando despertaron no sabían que carajos habían hecho. O quizás sí, y tienen un pacto de sangre que los une; o algo así- Fredy se mostraba más entusiasta que yo al contar su historia.
Incliné mi cuello y lo miré con cara de desprecio.
- Creo que estar metido en la sección policial te hace creer que todo es un crimen- le dije.
- Estoy dando una teoría fugaz- Fredy sacó un nuevo cigarrillo, se lo puso en el los labios y lo encendió con otro cerillo.
- Debes ser más creativo. Toda tu teoría fue lo primero que pensaron los polis. Eso no ocurrió, todos pasamos por un examen toxicológico y estábamos limpios.
- Vaya mierda.
- Y lo que nos descartó como sospechosos fue que el cuerpo del papá de Graham llevaba allí semanas. Su casa también había permanecido abandonada el mismo tiempo. Según lo que escuché la casona donde vivía estaba hecho un trasto, la habían dejado tal como estaba. Empolvada y sucia. Hasta con un plato servido, pudriéndose en la mesa del comedor. ¡Todo eso era imposible!
- ¿Porqué?
- Por qué ese mismo día Atenas se fue de picnic con Graham. Cayó la noche y todos los de mi promoción íbamos a hacer una actuación en un evento que mi colegio había organizado en la plaza de San Juan. Pero ellos dos no habían vuelto. Miranda, Santiago y yo nos encontramos camino al recital.  En eso, unas calles antes de llegar a la plaza, apareció el señor Salomón. Nos pidió que por favor lo acompañemos a buscarlos. Y eso hicimos. Él subió al cerro con nosotros.
- Diablos, eso ya me dio miedo ¡¿Y nadie los vio subir con él?!- Exclamó Fredy botando todo el humo de su boca.
- La mayoría de personas estaba en la plaza- le respondí-. Las calles estaban prácticamente vacías. San Juan Masías es una ciudad pequeña.
- Entonces, a todo esto ¿Qué es lo que recuerdan?
- Es allí donde todo se vuelve confuso, por más que he tratado de volver a recordar lo que pasó, solo obtengo una gran vacío en mi mente. Tampoco recuerdo en qué momento encontramos a Atenas, ni en qué parte de la subida perdimos al señor Salomón.
- ¿Los cuatro no pueden recodar nada? ¡Sobretodo Atenas! Ella subió antes.
- Es lo que supongo. Por lo menos Atenas me dijo lo mismo. Solo recuerda que salió al encuentro de Graham y antes de llegar al camino del cerro, se le nubla la memoria y solo ve oscuridad. No tiene en claro si llegó a  encontrarse con Graham o no.
- ¡Rayos! ¿Y los demás?
- Después de despertar Miranda y Santiago se limitaron a declarar a la policía. Pero después de aquel episodio, creo que ninguno terminó sintiéndose bien. Solo esperamos en silencio a que terminara el año y con ello, el colegio. Los cuatro nos limitamos a saludarnos y despedirnos cada vez que nos veíamos. Nada más. Decenas de curiosos trataban de abordarnos con preguntas, pero no comentábamos lo ocurrido a nadie, ni entre nosotros. Yo sí tenía curiosidad y quería saber más, pero respetaba la decisión que los demás habían tomado. Días antes de la ceremonia final de graduación, Santiago se fue. Cuando lo fui a buscar, en su casa solo se encontraba la ama de llaves, quién me dijo que sus viejos y él habían viajado a Lima. No recogió su diploma ni certificado. Ni siquiera se despidió de Atenas.
- Vaya basura ¿Y Miranda?
- Miranda hizo lo mismo con sus viejos una semana después de la ceremonia y un día antes de navidad. Tampoco se despidió de nosotros; sólo se fue. Miranda era amiga de Atenas desde primaria; tenían planes para después de terminar el colegio. En enero pensaban hacer un tour por todo el callejón de Huaylas. Ella no entendía porque los dos decidieron simplemente irse y perderse- di un suspiro-. Atenas y yo íbamos a quedarnos unas semanas, hasta casi fines de enero, luego viajaríamos a Lima también. Fueron las fiestas de fin de año más tétricas que pasamos. Creo que a parte del suceso en el cerro, ese abandono repentino de gente muy cercana a nosotros logró que nos uniéramos más. Ambos teníamos miedo de que por alguna razón uno de los dos decidiera largarse y dejar con toda la carga que significaba quedarse en San Juan. Tanto era el temor que juramos irnos el mismo día de San Juan, en el mismo bus; y a la par trataríamos de olvidar lo que nos había pasado en el cerro. Ella no quería buscar más respuestas.
- Mierda…
- Eso no es todo – pude notar que Fredy había dejado de fumar y solo se dedicaba a verme tirado en el mueble.
- ¿Hay más?
- Un poco más. Los dos estuvimos tan ocupados en sentirnos acompañados el uno al otro, que olvidamos de cómo nos contactaríamos aquí en Lima. Una vez nos despedimos en la agencia, no pensé en nada hasta que estuve en el taxi. No intercambiamos ni un solo número. Pensé que al final el abandono del cual veníamos escapando nos había atrapado. Por sentirnos acompañados unos cuantos días, olvidamos que un año cuenta con más de trescientos. Pero de alguna forma, logramos comunicarnos.  A la semana siguiente de llegar, por las noches tuve constantes sueños con el Marina Park de San Miguel. Solo había ido una vez en toda mi vida a ese lugar, y fue para el cumpleaños de un primo cuando era pequeño. Fue tan constantes esas visiones que un día sin más me decidí por ir allí, no tenía del todo claro el por qué. Llegué, me di unas vueltas por el lugar y al verlo lleno de gente, me sentí incómodo. Decidí irme, pero al momento de dirigirme a la salida, me topé con Atenas. Había ido por la misma razón. Es allí donde sentí que ambos estábamos destinados a estar juntos. Y ella también. Nos dimos nuestro primer beso cerca a la fuente del lugar.
- Lástima que ese sueño solo duró nueve meses- dijo Fredy con tono sarcástico.
- Esa es otra historia- respondí.
- Es bastante interesante todo lo que me has contado. No me imagino envuelto en algo tan jodido como lo es la desaparición de alguien. Menos para mí graduación. ¡Mierda! Es una cosa de locos. Debería hacer una nota sobre lo que me has contado, hasta te podría entrevistar.
- Ándate a la mierda. El caso quedo en nada. Con el tiempo a mí tampoco me interesó lo que pasó.
- ¿Y te quedaste con todas las dudas? Cómo puedes dormir con eso.
- Solo lo olvidé.
- Tal vez Atenas también quiere saber más, solo que no te lo quiso decir.
- No importa, la subida al cerro no será un tema del que hablaremos.
- ¿Y de qué vas a hablar? ¿De tu aburrida vida en la tienda de libros? o ¿de los recuerdos que tienes con ella cuando todavía estaban juntos? Eso basura, tienes que ser un poco más interesante. Dile que lo investiguen juntos, tal vez eso avive algo entre ustedes. Hasta se podrían dar un viajecito por San Juan los dos solos y de paso haces la de periodista.
- Fredy a veces creo que en tus cigarros en vez de tabaco tienes hierba. Hablas cada huevada.
- A la mierda, solo te daba una recomendación.
- Justo eso es lo que quería desde un principio, solo una recomendación. El 14 es este jueves y no sé ni siquiera que chaqueta me pondré.
- ¿Me ves con cara de estilista? Johnny a veces creo que eres tú quien en vez de cigarros fuma porros. Es más, ¿para qué carajos te pondrías una casaca en medio del verano?
- ¡Mierda! tienes razón. Estamos en verano.
- Desde hace meses viejo.
- Lo que pasa es que a ella la vi con una casaca gruesa y chalina. Pensaba que estábamos en pleno invierno.
- No tú no te metes hierba. Creo ya has probado drogas duras.
- ¡Es la verdad Fredy! Mierda no me había dado cuenta de eso- dicho detalle llamó demasiado mi atención. Dejé de estar recostado y me senté.
- Quizá es para cubrir su gélido corazón- Fredy soltó una sonora carcajada.
- Mejor olvídalo. Dame una recomendación seria o algo para hacer esta salida más…especial.
- Bueno a Nanci siempre le ha gustado que le de rosas sin que me lo pida. Es como un detalle que funciona bien. No sé, tú debes saber que le gusta, has estado con Atenas.
- Nunca le regalé rosas.
- Con razón. He allí la razón por la cual te terminó.
- Ahora que lo pienso bien he sido un idiota con ella.
- ¡Mierda! No empieces con tus lamentos- exclamó-. Me quito, solo me queda un cigarro. Iré a picar algo a casa de Nanci- Fredy metió la cajetilla en su mochila y la cerró. Luego se puso de pie y se dirigió a la puerta de salida.
- ¿Tu recomendación solo son rosas?
- Sí- Fredy paro en seco antes de llegar a la puerta-. Y ten un poco más de actitud Limeña. Sigues pareciendo un recién bajado de San Juan y de seguro que a Atenas le gustaría más ver a un macho capitalino después de todo este tiempo- dijo dándome la espalda.
- O sea debo ser un joputa pedante.
- Interprétalo como quieras… abre tu puerta, está con llave.
Me paré y saqué el llavero que tenía metido en el bolsillo. Me acerqué a la puerta y empecé a probar una a una las llaves. Todas se parecían y siempre olvidaba cual era la correcta.
- Tamare, tú nunca te acuerdas que llave es- dijo Fredy-. Oye ¿tienes alguna forma de contactarla?
- No. Pero sé que estará allí- le respondí.
- Eso me huele a plantado viejo ¿cómo estás tan seguro?
- Porque la soñé días antes de que viniera a la tienda y la volví a soñar hoy- dije sonriendo.
- Confías demasiado en tus sueños.
- A veces sí.
Una de las llaves por fin encajó en la cerradura y logré abrirla.
- Bueno Johnny nos vemos- dijo Fredy estrechándome la mano para despedirnos.
- Nos vemos Alfredo- le respondí dándole la mano también.
Fredy salió al pasillo. Al momento que yo pretendía cerrar la puerta Fredy volteó y me miró.
- Johnny una cosa más- dijo.
- ¿Qué fue?
- Eh... Mira, a veces luchamos por aquello que creemos que nos mantiene vivos. Nos aferramos, así sean solo sueños sin sentido- hizo una pausa, su cara de seriedad me parecía extraña-. Pero debes pisar tierra, por más que sea duro. Y luchar por cosas reales. Ser realista será una de las primeras cosas que aprenderás cuando empieces a ser periodista.
- ¿Es tu momento filosófico?- Le dije frunciendo el ceño.
- Es la recomendación de un pata- me respondió.

Fredy hizo un gesto de despedida con su mano, dio media vuelta y se dirigió por el pasillo hacia el ascensor.

+ Continúa en Cita Inusual - Parte 3: Rosas
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

He estado recluido tras las paredes de mi casa los últimos tres días. Hice caso a las recomendaciones de Bukowski: “Todos deberían de irse a la cama cuando estén bajoneados, estamos obsesionados con que tenemos que hacer… un círculo de levantarse y hacer algo, arriba, abajo.” Y al parecer ha funcionado. Obviamente no estuve tendido viendo a las moscas. Me la pasé haciendo lo que me gusta, me absorbe y no es del todo ocio: escuchar música, escribir y practicar voz. Al final de todas estas horas he concluido que he confundido el ser 'una buena persona' con ser 'un piltrafa blandengue'. Esta errónea analogía también la apliqué con su contra partida: ser 'una mala persona' no me convierte en un 'hueso duro'. Y es allí, al momento de obtener una conclusión, cuando tratas de aplicar la respuesta a todo lo que has venido realizando, cuan genio trata de aplicar una nueva teoría a las reglas actuales. Luego de la retrospectiva necesaria, es cuando detienes todo y procuras buscar nuevos enfoques, nuevos caminos, nuevas puertas. Lo he hecho. He tomado la decisión de no ser un debilucho y seguir. Resistiré todo lo que venga con valentía. No importa cuan duros sean los golpes. Ahora no me voy a dejar derrumbar. No soy una piedra. Soy una muralla que evita que traspase lo peor. Será difícil al principio, quizás; empero seguiré haciendo las cosas que creo correctas. Abriré las persianas y veré cuan luminosa es en realidad la tarde. Abriré la puerta y saldré. Porque los sueños verdaderos están allí afuera. No en una cama, en un cigarrillo o al fondo de un vaso de pisco. Alguien una vez me dijo: "nunca vas a lograr nada si te pasas toda la vida lamentándote como un maldito deprimido". Tenía demasiada razón. Ya no hay tiempo para lamentarse. He cometido errores muy grandes, he hecho mucho daño, me arrepiento de cada uno de mis actos; pero también debo empezar a perdonarme a mí mismo. Aún quedan 40 días, 960 horas, 57600 minutos, 3456000 segundos para que finalice el año; debo aprovechar todo lo que pueda y vivir. Diré las cosas que tenga que decir, haré las cosas que tenga hacer. Hay gente que espera algo de mí, y lo más importante: yo espero algo de mí, y no es precisamente estar enclaustrado. Tengo la oportunidad de hacer las cosas bien por primera vez en años y no pienso desperdiciarla. 

------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Luego de la auto motivación servida, los dejo con You only live once de The Strokes.

Les habló Joss!, quien se siente motivado como un soldado escuchando a William Wallace.


0

Nicotina, alcohol y otros depresivos

"He estado aquí por horas, sólo persiguiendo estas palabras a través de la página"


You're my waterloo - The Libertines

No recuerdo muy bien cuando comenzó todo. Podría asegurar que se inició en secundaria, pero sería muy subjetivo. Puede que varios síntomas de mis primeros episodios fuertes de depresión, ocurridos entre los años 2005 y 2009, ya se estaban gestando desde mucho antes, y la enfermedad ya estaba en mi interior. Tal vez desde que iba en primaria, incluso en inicial, diversas señales se manifestaban en grados tan insignificantes que ni mis padres, ni yo suponíamos que podrían juntarse alguna vez y explotar. Tengo vagos recuerdos de alguna manifestación intensa. Quizás los hechos más fáciles de traer a mi memoria son: despedir a mi abuelita cuando tuve que irme a vivir a Caraz; un ataque de psicosis en una navidad de los primeros años de la década pasada; la de dejar abandonado a un cachorro enfermo a su suerte (dediqué un post a este episodio: Cachorro); la desaparición de mi primer perro; y algunos castigos físicos a los que fui sometido mientras vivía en Caraz. Cada uno de ellos me sumieron en una tristeza demasiado profunda, la cual demoró varias semanas en largarse, y así poder seguir con mi rutina de escolar de pulpín.  Podría mencionar también el proceso de adaptación por el cual tuve que pasar, al mudarme de una pequeña ciudad como Caraz (en la cual podía salir cada vez que se me daba la gana y tener aventuras por los bosques y caminos a las afueras de la ciudad); a una salvaje metrópoli como lo es Lima (en la cual en cada esquina puedes terminar con una bala entre los ojos). No obstante, sigo creyendo que todo alcanzó un grado mayor cuando aquí en la capital me enamoré por primera vez. Hasta entonces, el amor solo significaba para mí darse un par de picos y tomarse de la mano por cinco minutos. No existían más propósitos. Eso me volvía “mayor”. Me ponía en onda. Pero cuando aquella chica, en segundo de secundaria, se recostó en mi hombro mientras veíamos una película en casa de mi mejor amiga, supe que de alguna forma cambiaría mi vida por completo. Tal vez era muy joven para entender que en esa etapa de la vida el amor es intenso y fugaz, que solo dura un par de caricias y no un sueño completo como lo pensaba. Creo que era demasiado romántico. Pasé seis años enamorado de aquella chica, yo mantenía la esperanza de que alguna vez podríamos estar juntos. Esperaba que cada una de las historias que había soñado se cumplan de alguna forma. Pero nunca sucedió. Y ello trajo consecuencias mientras duraba el proceso de aceptar que no todas las cosas que uno sueña se harán realidad. En los picos más altos de mi enfermedad, llegué a recluirme en mi casa por meses (usando de excusa una eventual operación) mientras perdía a mis amistades más cercanas; mientras perdía la confianza en mis padres y me llenaba de resentimiento hacia ellos (quienes tal vez no entendían muy bien por lo que pasaba, y por ello me castigaron cuando una vez me puse maquillaje a los ojos para lucir más ‘dark’); mientras me lastimaba ingiriendo cantidades desbordantes de alcohol, nicotina al por mayor, drogas ilegales al por menor y cortes en mi piel (que ahora que lo pienso bien, ni siquiera sé en que ayudaban a parte de sentir un poco de dolor). Vaya que estaba hecho mierda. Recluido en una prisión mental propia, llorando y pataleando por las cosas que no hice y pensaba que debí hacer en su momento. Sin embargo, en aquella época no sentía maldad en mi ser a pesar de que estaba lleno de ira y decepción.

El tiempo pasó y al final las pastillas llegaron mediante un psiquiatra. Eso tal vez me ayudó un poco a buscar nuevas alternativas de distraer mi mente. Y pude continuar vivo hasta llegar a ingresar a una universidad (las ganas de acabar con mi vida se habían vuelto frecuentes). Pensé que al empezar a estudiar poco a poco los depresivos pensamientos se irían de mí. Pero cuando empecé mi carrera, lo único que sentí era que me había metido a convivir en una jaula de gente salvaje y superficial. Gente que solo había visto de lejos en algún evento o fiesta y prefería mantener alejada. Mi primer año universitario fue un desastre: notas hasta el culo, ponderado cagado y con riesgo de que me botaran de una patada de la facultad. ¿Ahora en que refugiarme? ¿En mis mejores amigos? La mayoría se había ido lejos. Estaba solo. ¿En la persona que aún amaba? Recuerdo cuando en una llamada, dicha persona dijo que estaba en un hotel teniendo sexo con su enamorado. No existían muchas cosas por las cuales luchar. Pero de alguna forma saqué fuerzas para superar los obstáculos académicos. Quizá la relación con alguien mayor que inicié por ese entonces me ayudó a envalentonarme y desahuevarme. Me volví en todo un hombre, quien tenía sexo a diario. ¿Qué más motivación que esa para dejar de ser un maldito depresivo? Es gracioso, pero ello hizo florecer mis más oscuras intenciones. Nunca me sentía satisfecho. Por el contrario, cada vez me sentía más vacío. Pasó bastante tiempo, en los cuales me creía un ‘latin lover’ cada vez que podía; hasta que me di cuenta que no era la culpa de mi personalidad heredada (la cual llamo la Maldición Tarazona); sino que era porque en realidad no sentía más allá de un cariño por las personas con las cuales estaba. Sentía que no podía dar todo de mí. Que si tenía que dar algún detalle lo hacía por obligación más que por amor. Era conveniencia pura: tú te sientes bien y me entregas lo mejor de ti; yo me siento mal pero al sentir que haces algo por mí me hace olvidar que mi vida es vacía. Aquello me daba remordimiento, pero sabía disimular muy bien, y también sabía disfrutarlo bien. Sin embargo, era inevitable caer poco a poco otra vez en la enfermedad que yo creía olvidada. Años y años, era lo mismo. Me dedicaba a llenar el socavón de mi vida con experiencias diversas; pero en vez de echar tierra para tapar dicho hoyo, solo lo llenaba de agua que eventualmente se evaporaba. Era una agridulce rutina.

Hasta que un día conocí a alguien que otra vez me hizo soñar. Como dicen por allí, las personas que cambian tu vida se presentan inesperadamente, sin que siquiera lo tengas pensado. Y fue así. Yo nunca pensé conocerla en esa clase. Nunca pensé hacer grupo con ella. Nunca pensé que tendríamos que hablarnos por un trabajo. Nunca pensé después de terminado el ciclo, mientras estaba en un viaje por Arequipa, volvería a hablar por mensajería con ella. Nunca pensé que en ese viaje tendría un sueño con ella, a quien en ese entonces conocía muy poco. Creí que todo quedaría allí, pero al comenzar un nuevo año y un nuevo ciclo, empecé a verla más seguido. ¡Joder! Era increíble verla sonreír, ver sus manos, sus ojos, sus gestos, escuchar su voz; su sola presencia me tranquilizaba y me permitía ver la vida menos gris, de forma más optimista. Rayos, me estaba enamorando de verdad, lo sabía. Pero el ciclo terminó, y los horarios y rutina me alejaron de ella casi por completo. Pensé que era lo mejor, pues me sentía tan manchado y atado a mi estilo de llevar el día a día, que sentí que lo único que haría sería causarle daño. Así pasaron los meses. Me conformaba con mi fútil vida. No niego que alguna vez me esforcé por sentir algo más por la persona con quien estaba; pero mi esfuerzo era en vano, no había nada en mi ser que me hiciera sentir algo más que cariño y costumbre. Era como una película que pasaba y yo solo era el tipo que la proyectaba en una pantalla blanca, aburrido esperando a que otra función empezara. Y empezó. Llegó el verano. Allí conocí a otra chica. Al principio pensé que solo sería una conquista más. Pero terminó por atraerme más de lo debido.  E inicié una relación paralela a la que ya tenía. Y otra vez, me limité a la experiencia inicial. La pasaba bien sin importar el daño que estaba causando. Todo era ajeno a mí. Era de piedra. Mi alma se tornaba más oscura cada vez que aquella chica me daba más poder y lograba liberar mi lado más cruel en nombre del placer. Y eso era en lo que pensaba. Sé que me quería de verdad y por ello me dio tanta autoridad. Me gustaba, me encantaba. Los meses pasaban y yo lo disfrutaba. Pero en el fondo, no era lo que buscaba. Era una lucha interna entre ser una mejor persona y hacer lo correcto, o seguir haciendo daño a la gente que me rodeaba pero pasándola bien. Algunas veces di manotazos de ahogado, tratando de finalizar toda relación que mantenía. Pero la costumbre ganó. Cada una de las cosas malas que hacía se volvían demonios que me atormentaban diariamente. Demonios con los cuales convivía y no deseaba luchar. No tenía motivación para hacerlo. Ninguna razón para acabar con toda la vida tan decadente que había creado…

Hasta que una sonrisa volvió a brillar en mi vida. Sí, era ella; quien por un tiempo me hizo soñar el año pasado. Hasta ese entonces, solo una eventual conversación nos conectaba, o ver algunas fotos nuevas de ella y sonreír. Solo eso. Pero volvimos a coincidir en una clase. Hablar mucho más con ella, ser más cercanos, conocerla y saber que piensa; me permitió crear una conexión mucho mayor, a tal punto que fue un chispazo para replantearme lo que venía haciendo hasta entonces. Sabía que no podía continuar haciendo daño, jugando con las personas como se me daba la gana; tener remordimiento, pero esconderlo en mi mochila y seguir caminando. No obstante, todas las malas decisiones me mantenían tan encadenado, que cualquier puerta de escape que veía era cerrada por más decisiones estúpidas que tomaba. Quería acabar dicho capítulo sin dañar a nadie, pero sabía que cambiar de vida tarde o temprano traería una gran explosión. Llegue a pensar que mi única salida era largarme a otro lugar y así empezar de nuevo. Pero no podía hacerlo a corto plazo, no soportaría hasta que se diera la oportunidad. Paralelamente, comenzaron fuertes conflictos entre mis padres; a tal punto que tuve que fungir de soporte de mi madre para que no cayera en una profunda depresión. Tal vez era un poco indiferente a lo que pasaba, pero mi lid personal me estaba ahogando y tenía que mostrar fortaleza y tranquilidad para que, a pesar los problemas, mis hermanos menores vieran que mis padres seguían bien y no a un punto en el cual hablaban de una posible separación.  Los días pasaron, y lo único que hacía era tratar de apaciguar las disputas de casa, pero sentía que mis fuerzas se acababan. Mi vida sentimental era un desastre y seguía siendo un tormento, a la vez que me enamoraba cada vez más de ella.

Recuerdo el día en el cual decidí acabar de una vez con mis demonios, esa mañana desperté de un sueño increíble, el cual terminaba con ella viéndome directamente a los ojos. Hubiera querido que ese sueño fuera eterno, pero era la realidad a la cual tenía que enfrentar. Creo que esa emoción de lograr un cambio opacó mi lucidez, olvidando que cada cambio es un proceso en el cual no me puedo saltear ni un solo paso; y de hacerlo, se pagarían caro las consecuencias. Lo olvidé, no lo pensé. Y lo que debió ser una pacífica retirada se convirtió (como lo había vaticinado) en una explosión que me impactó directo en la cara. Lo que debió ser una declaración de amor en un fin de semana soleado y cerca al mar, solo se convirtió en un día que no puedo olvidar. Las personas más cercanas a mí se enteraron de la doble vida que tenía, lo cual decepcionó a muchas personas; incluyendo a ella, quien optó por alejarse completamente. Y es allí donde una vez más me sumergí otra vez en depresión, esta vez más intensa; pues la culpa es un sentimiento que, si florece, te deteriora rápidamente el alma, los sentimientos, la motivación. Hubo un día en el cual me puse hasta las trancas, y tenía la determinación de acabar de una vez conmigo; pero quede inconsciente antes de causarme graves daños. Ese fue solo una de las tantas funciones de embriaguez que di. Después de asistir al psiquiatra y que este me recetara antidepresivos y ansiolíticos, la mayor parte de Septiembre me la pasé combinando mis pastillas con alcohol y nicotina. Solo así lograba lo que deseaba: no sentir nada. Dormir. Soñar. Una rutina que me trajo consecuencias académicas. Mis notas bajaron (ni siquiera di la mayoría de exámenes parciales), no asistía a clases. Pensaba en retirarme del ciclo. Otra noticia inesperada me impactó un tiempo después. Iba a ser papá. Rayos, no estaba preparado para ello. Menos de los ecos del pasado que intentaba dejar atrás. Al principio me alteró demasiado, dije muchas cosas duras a la madre del pequeño de las que me arrepiento, empero acepté que tenía una responsabilidad mayor y estaba dispuesto a asumirla.  A pesar de estos sucesos, poco a poco estabilicé mis emociones y traté de centrarme en lo que tenía que hacer para salvar el ciclo. Me ayudó mucho que ella me vuelva a hablar y a escuchar, con la condición que dejemos atrás septiembre. Y así fue. Septiembre nunca pasó. A veces era inevitable sacar a relucir mis sentimientos, pero tenía en claro que aquello solamente echaría por la borda la amistad que teníamos. Las semanas seguían pasando, yo procuraba tener una vida en paz: dejando atrás el pasado, asumiendo mí realidad, tratando de darme motivación y sin hacer daño a nadie más. Pero verdadera ‘paz’ era lo único que no encontraría. Un fin de semana, un mensaje me confirmó que el corazón del bebé había dejado de latir. Aquel día me sentí pésimo, tal vez porque, como muchos me dijeron, me había hecho la idea de ser padre; además de ver una ecografía que causó cariño incomprensible en mí. Las lágrimas se me salían de los ojos. No podía evitarlo, pero debía que seguir de pie. Solo para soportar la alteración que tuvo la madre del pequeño, lo cual hasta cierto punto comprendí porque tuvo una perdida grande, más que la mía. Empero, llevo su perturbación a otro nivel cuando empezó a culparme a mí de su pérdida, y también, sin ninguna razón, a ella. Hice lo posible para concluir de forma tranquila una etapa, pero no lo logré. No quise crear más conflictos. Sin importar lo que sucediera. Solo deseaba un poco de paz. Porque ya no daba para más. Mis problemas alcanzaron a ella también, lo cual era lo que menos deseaba. Una vez más se alejó. Entre las cosas que me duelen más está que personas que creo importantes se alejen cuando las necesito. Y en ese momento necesitaba que me digan que las cosas estarían bien, que existen nuevos horizontes. No obstante, a ella la entiendo; nadie quisiera verse envuelto en problemas ajenos. Desde un principio yo lo único que he provocado es caos en mi entorno y debo lidiar con eso. Al alejarse ella me dijo que no podía volver a algunas personas especiales. Yo no lo hago. La vida se encarga de darte personas por las que podrías dar todo de ti sin importar lo que pase. No lo planeas, y tu existencia puede cambiar drásticamente por la motivación que te dan. El silencio de las personas que crees especiales es incertidumbre pura, tanto como lo es el tiempo que  debes de esperar para que cada pieza tome un lugar correcto.

Aún debo de luchar contra mi último demonio, y es la enfermedad que yo me he provocado con cada mala decisión tomada. La ayuda profesional queda en segundo plano cuando debo ser quien tome las riendas. Eso trato de hacer. He estudiado para mis últimos exámenes soportando cada síntoma que se me ha presentado. La ansiedad está a la orden del día; la falta de ganas de realizar actividades que antes me gustaban me pone en serios aprietos cuando debo escribir o cantar; los pensamientos de no existir muchas veces me tumban en mi cama y me hacen despertar tiritando de frío, esto acompañado de la hipersomnia que me invade casi a diario; la dependencia a algún vicio; la falta de apetito; el llanto constante (sí, suelo ser un llorón); la prisión mental en la que muchas veces se convierte mi casa. ¡Maldición estoy hecho basura! Lo único que deseaba era cambiar de vida, a otra que no sea vacía, falsa. Solo quería ser una persona mejor. Pero de nada sirve quejarme, maldecir y patalear. Tampoco sirve tirarme a dormir, esperando que los sueños sean mi único hogar. Todo ya está hecho, debo tener resiliencia y fe de que mi realidad mejorará de alguna forma. Tal como me dijeron hace poco, cada una de las personas en este mundo debemos creer en algo y apoyarnos en ello, pues somos insignificantes ante los ojos del universo.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

Los dejo con You're my waterloo de The Libertines, sacado de su último disco Anthems for Doomed Youth (2015).

Les escribió Joss! quién tiene que soportar dos semanas más para acabar el ciclo.





0

Asleep

"Sing me to sleep / I'm tired and I / I want to go to bed"


The Smiths: Asleep


Entre la noche de ayer y todo el día de hoy he dormido unas 18 horas. Primero porque me sentía bastante cansado, luego porque tome un par de pastillas que me inducen al sueño. He procurado mantenerme alejado del alcohol y no abusar de él como lo hice hace unas semanas atrás. Trato de ya no estar en un hoyo, de liberarme de los problemas y tener una vida tranquila, pero al parecer este año será imposible. Cuando supe que sería padre, hace unas semanas, mi vida dio un giro estrepitoso. No sabía que hacer ni que decidir. En un principio mi reacción fue dura, fui muy lascivo con la madre de mi pequeño. Erróneamente la hacía culpable de que mi futuro era destruido y ya no sería el mismo. Mis palabras fueron tan duras como un tubo de plomo. Ella dijo que me arrepentiría de todo lo que le dije. Y fue verdad. Unas semanas después vi su ecografía y sentí en mi interior que todo se revolvía. Una especie de cariño, de ganas de proteger, de alguna forma velar por él. Fue increíble. Ella tenía razón, me arrepentiría. Cuando lo hice, la reacción de ella fue hostil, optó por alejarse, y la comprendo. Después de todo había sido una persona muy cruel con ella. No pude verlo a él de cerca, tampoco escucharlo. Traté unas veces acercarme a él, pero al final entendí que acercarme solo le haría peor. Él estaba tan delicado. En mi interior me resigné a que solo fueran el destino y el tiempo los que se encargaran de brindar una respuesta. El viernes pasado, mientras estaba en clases, ella me mandó un mensaje: "Su corazón ya no late más. Todo acabó." Y una vez más todo empezaba de nuevo. Caminé sin rumbo, fumando y bebiendo una Coca-Cola. No puedo negar que la noticia me afectó. No puedo negar que lagrimas escaparon de mis ojos al ver el atardecer. Mientras volvía a casa sentía culpa, me sentía desgastado. Cada giro que da la vida me afecta tanto. Solo quería llegar a casa y abrazar a alguien. Pero no había nadie. Me senté en el patio y prendí otro cigarrillo. No pude evitar llorar. De alguna forma, desde que lo vi, una conexión se formó. Imperceptible por mi forma de ser. Pero estaba allí. Tal vez no hubiera sido el mejor padre, no hubiera dado los mejores consejos, pero hubiera estado pendiente de él. Quizás debí haber hecho un poco más por ti, pequeño; ser menos distante, hablarte por lo menos una vez y tener tus latidos en mis oídos. Pero ya todo acabó. Ella está completamente triste y la entiendo. Ayer tuvimos una acalorada discusión, y me voy a quedar con la sensación de que yo fui el culpable de todo esto. ¿Era inevitable o no? No lo sé. Ya no hay apoyo, no hay quién diga que todo estará bien. Sólo deseo dormir. Sólo un poco más. Sólo deseo abrazar mis sábanas y confiar en ellas. Que los sueños sean mi hogar una vez más.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Los dejo con Asleep de The Smiths.

Les escribió Joss! quien solo desea dormir un poco más.





0

Cita Inusual - Parte 1: Libro

Hace dos años que no intercambiaba ni una sola palabra con ella. Fue extraño verla de nuevo, vestida con una de esas casacas gruesas que siempre usaba cuando salía conmigo, una chalina ploma con detalles blancos, un bolso de tela púrpura.  La librería era lo bastante grande como para perderme entre los estantes y evitar algún tipo de conversación, pero debo confesar que me dio mucha curiosidad volverla a escuchar. Después de todo, a pesar de que nuestra relación se fue al tacho, habíamos pasado por cosas increíbles en nuestro último año de colegio. Compartir recuerdos y guardar secretos nos hace cómplices y a la vez crea de alguna forma una relación entre ambos. Me acerqué a ella despacio y dubitativo. Aún no se había dado cuenta de mí presencia, pues no despegaba la vista de la contraportada de uno de esos best-sellers juveniles que a la mayoría de chicas les encanta.
- Atenas, ¿cómo estás?- le dije, con un tono algo melódico. No fue hasta que la llamé por su nombre que levantó la mirada.
- ¡Johnny!- exclamó exaltada, para luego solemnemente agregar: - ¿Qué haces aquí?-.
Cuando note el cambio brusco en su tono de voz, empecé a creer que debí mantenerme detrás de los estantes, o por último, enterrarme bajo una pila de libros.
-Ehmm… pues trabajo aquí- le respondí mientras con mi índice izquierdo le mostraba mi fotocheck colgado en mi pecho.
-¿Supervisor de tienda?, veo que no has perdido el tiempo como siempre.- me dijo sarcásticamente. Su comentario me incomodó aún más.
-No, creo que no. Bueno si necesitas ayuda…-
-¡Solo te molestaba!- agregó Atenas mientras soltaba una ligera risa. - ¿Cómo has estado? Los años pasan rápido.-
- Si uno ni lo siente. Bien, estoy viendo a que universidad ingresar, ¿tú?-
- Ingresé a psicología en San Marcos pero aún no me decido.-
- Creo que a estad todos tenemos muchas dudas.-
La miré directamente a los ojos, y ella hizo lo mismo. Ninguno de los dos trato de esquivar aquel encuentro. Un breve silencio surgió. Por segundos me sentí en el pasado, cuando cruzar miradas era algo tan especial que no podíamos mantener nuestros ojos fijos y nos ruborizábamos cada vez que sucedía. Luego bajé la mirada.
-¿Estás buscando algún libro para regalar en San Valentín?- dije seriamente.
- No tengo a alguien a quién regalar un libro, en estos tiempos ya nadie lee.- dijo Atenas.
Ella seguía mirándome fijamente, y ello me ponía intranquilo.
- Entonces, ¿es para pasar el 14 leyendo?- agregué con tono gracioso.
- Tal vez sí- dijo en voz baja, luego dirigió su mirada hacia los libros del estante.
- Puede que te guste este- tomé un libro llamado “La reina de los condenados” de uno de los estantes y se lo di.
-Ya me he leído todas las Crónicas Vampíricas, Johnny- me respondió y lo volvió a colocar en el lugar del cual lo había sacado.
- ¿Y este?- cogí el primer libro que estaba en otro estante cercano. En su portada relucía su nombre: "Cosas que pasan". Se lo entregué en sus manos. Ella ojeo la portada y contraportada del libro y descubrió un detalle curioso.
- Oye este libro solo tiene título, no figura ni el autor, ni la editora, ni la sinopsis; tampoco el precio. Creo que se ha colado una mala edición.- me dijo con cara de sorpresa.
- Déjame verlo- le dije; me devolvió el libro y pude revisarlo. Efectivamente, en el libro solo se podía observar el título, mas no el autor, ni casa editora y tampoco la sinopsis. Además, carecía de etiqueta con su respectivo precio. Este se encontraba forrado como los demás libros y no podía ver el contenido del mismo. Rebusqué en el estante con el fin de encontrar otra copia pero no la hallé.
-¿Es pirata?- dijo Atenas con un tono burlón.
- No, pero tal vez es una copia rara y valdrá millones dentro de unos años- agregué sonriendo- de todas formas, lo revisaré en el inventario.
-Un libro misterioso es lo último que debería leer después de todo lo que nos ha pasado- sentenció Atenas con cara de incredulidad.
- ¿A que te refieres?- pregunté mientras regresaba el libro a su lugar en el estante.
-Olvídalo. Creo que no compraré nada por ahora; eres un mal vendedor- dijo seria.
-¡No soy vendedor, soy supervisor!- exclamé.
- Igual- dijo, luego sonrió. -Cuidate Johnny, fue una sorpresa verte hoy.-
- Para mi también lo fue.- dije.
Dio media vuelta y se dirigió a la salida. No sé que fuerza me impulsó para que, antes de que diera un paso fuera de la tienda, exclamara su nombre en voz alta perturbando el silencio del lugar: -¡Atenas!-. Muchas personas que estaban revisando los estantes voltearon sorprendidas.
Ella dio medio vuelta y me miró frunciendo el ceño.
-¿Qué pasó?- dijo con un tono no tan alto como el mío.
Me acerqué a ella para evitar levantar la voz una vez más.
-¿No vas a salir este 14?- pregunté.
-¿Tu estás libre ese día?- me preguntó inmediatamente.
-Sí, programé mi descanso para ese día y evitar el rollo de San Valentín- le respondí.
-Entonces pasemos este San Valentín como buenos ex que somos- me dijo riendo.
-Está bien, ¿a donde vamos?- no pude ocultar mi sorpresa al ver su reacción.
- Te espero a las 3 de la tarde, aquí en la entrada de plaza.- me respondió.
- Estaré allí- le dije sonriendo.
- Solo no te quedes dormido- agregó Atenas.
Ella me volvió a sonreír, y salió de la tienda. Yo me quedé en la puerta viendo como se alejaba y se perdía entre los transeúntes del centro comercial.

+ Continúa en Cita Inusual - Parte 2: Duda
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Últimamente no me he sentido tan bien como para dedicarme a escribir. Creo que volverme un poco anhedónico y perder un poco la concentración son parte  de todo lo que estoy pasando, y a pesar de que estoy siguiendo un tratamiento; hay síntomas que me golpean el doble de fuerte cuando vacilo un poco y pierdo  la fortaleza. En fin, procuraré no dejar de escribir.


Los dejo con la canción Down side of me de la banda Chvrches de su disco Every eyes open. 

Les escribió Joss!, quien no quiere perder las ganas de escribir.