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Los demonios se quedan en Amsterdam / El infeliz

Recorrí muchos kilómetros buscando un lugar en el cual enfrentar cada uno de los demonios que aún me atormentaban. Y no lo encontré en mi país. En un momento determinado, el nombre de aquella ciudad en Europa del norte sonó fuerte en mis oídos: Amsterdam. Una ciudad completamente ajena a la salvaje realidad de Lima. Empero, los pecadores recorren sus calles como mosquitos atraídos por una luz desconocida. Preparé mis maletas y me largué. Al principio recorrí las avenidas de aquella urbe sin impresionarme mucho. Fui un idiota. En aquel lugar no iba a encontrar nada luminoso. Solo un equilibrio perfecto entre oscuridad y fuego. Había subestimado a la capital holandesa. Supe que estaba en el lugar correcto. Era la encarnación de mi infierno personal, tal como debería ser la última pelea. Luego de visitar las principales atracciones, me encerré en el hotel para así luchar contra todo lo que me venía aquejando día y noche. La batalla fue ardua, pero creo que luego de cada hora pasada lejos de casa, me puedo sentir mejor y empezar otra vez.

El infeliz

Despierto solo en mi habitación,
rodeado de las desgracias del ayer.
Las sombras en las esquinas 
parecen hablarme otra vez.

Al parecer hoy desayunaré licor.
Tengo los brazos cansados.
Deseo escribir un verso pero
no puedo ver ni la pluma ni el papel.

No recuerdo cuántas horas
me he dedicado a secar botellas.
Me creo un maldito poeta pero no,
no soy más que un idiota embriagado.

Me arrastro hasta descubrir un espejo.
Miro a aquel reflejo y pregunto ¿por qué?
Es un hombre que se ha dedicado 
una y otra vez a desangrar su corazón.

Aquel tipo tiene el alma desgarrada.
Está enfermo por sentir amor.
Pero la soledad de su desdicha
lo impulsó a preguntar ¡¿Por qué?!

Los sentimientos de esos ojos
ahora arden en el infierno.
Fuego y fantasmas
reinan siempre en su mente.

Deseo escribir una vez más.
Pero solo tengo ganas de vomitar.
Deseo llorar hasta dormirme.
Pero nadie me consolará por la tarde.

Siempre me pregunté:
¿debo ser yo quien muere por amor?
Maldición,
el reflejo ya no mira al mismo lado que yo.

Con las pocas fuerzas que mantengo
rompo el espejo en tres partes.
Cojo uno de los vidrios y apuñalo
a aquel infeliz que me desafió.

Ahora lo veo sangrando
derribado en el suelo de su habitación.
El reflejo muestra a un hombre
que se sentiría mejor muerto.

Lo veo y me río despiadadamente.
Tiene todo lo que se merece:
burlas, sangre, lágrimas y alcohol.
Ese tipo moribundo que veo a través del espejo
soy yo.


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Los dejo con Heart of the matter de The Libertines.

Por un nuevo comienzo Joss!