“And come Christmas
day I'll crash into your arms"
Tom Chaplin – Follow my heart
No recuerdo cuándo fue la última navidad en la cual llegué
a casa de mis abuelos para nochebuena, solo con las ansias de abrir mis regalos
y jugar con mis nuevos juguetes hasta el amanecer. Tampoco puedo traer a mi
memoria cuándo fue la última vez que le escribí a Santa por algún capricho mío.
Supongo que sucedió de un año para otro, y en vez de pasar el portón de la casa
lleno de ilusiones solo me empezaron a acompañar un sinfín de preocupaciones. No
obstante, es reconfortante ver a mi familia más cercana aún unida. Sin
extrañar, sin recordar a alguien que se ha ido, porque todos estamos allí
esperando el nacimiento del niño; y podemos abrazarnos cuando el reloj marque la media
noche, solo para pasar la siguiente hora riendo, conversando, tomando una copa de vino mis tíos, mis tías, mis primos, mis abuelos,
mis hermanos, mis padres. Creo que al crecer aquello se vuelve el mejor regalo
que te brinda la vida y el destino. Un presente que no todos los años llegará,
pero desearía que fuera para siempre. Y si no es así, por lo menos podré leer
este escrito y recordar un día en el cual aún tenía a toda mi familia reunida
bajo el gran árbol navideño.
¡Feliz Navidad!
Cambié mi
gusto por la escritura de versos y narraciones, por la composición de
canciones. Pero creo que es un buen día para recordar que disfruto de la
literatura tanto como la música.
Los dejo
con Follow My Heart, una canción
navideña de Tom Chaplin.
Les
escribió Joss! Quien no morirá sin pasar una Navidad en New York.
“Hola nena, te escribo por si algún día lo lees.
Son las 3 a.m. y la ciudad apesta. Esto suele suceder de vez en cuando, al
parecer el mar nos da un ojo por ojo por toda la mierda que tiramos en sus
aguas. Recién acabo de despertar, la rutina me tiene un poco exhausto. Tenía
dos opciones, prepararme un café y escribirte; o servirme un ‘Jack’ puro y
alucinar que escribiré la mejor historia de todas. Opté por lo primero. Hace
dos días que no como nada decente. He olvidado el sabor de un buen plato
casero, como los que preparaba mamá. De vez en cuando la extraño, la vida no es
tan simple alejado de todos. Muchas veces me he preguntado si tuvo sentido
huir. Eres el más valiente, hasta que te das cuenta que solo tienes las suficientes
monedas como para comprar un pote de mermelada como fiambre. Echo de menos los
almuerzos domingueros, las visitas a la abuela, mi cama, al gato, la
tranquilidad de que los encontraré al volver por la noche. Pero ahora estoy
aquí y prometí no volver hasta tener un nombre. Sin embargo, algo que he aprendido
es a no soñar demasiado; no todos tenemos la suerte de cumplir lo que nos
proponemos. Tampoco tenemos la fuerza para lograr grandes cosas. Muchos nos
perdemos en las olas del olvido, y solo llegamos a ser una multitud anónima.
Aquella que cuando enfocan al protagonista se ve borrosa en el fondo, sin que
sus ideas sean escuchadas. Subsistir y ya, suena una condena; pero es lo que la
gran mayoría obtiene al irse. El truco es encontrar motivos por los cuales no
pensar en que mañana serás un día más viejo, y tienes un día menos para cumplir
tus metas. Desearía encontrar algún motivo. Si llegas a leer esto, dile a mamá
que lo he intentado y lo intentaré hasta que mi cuerpo no pueda más. Dile que
por favor me crea.Me avergüenzo de lo
que soy, siempre quise enorgullecerla, pero hasta ahora no he podido brillar. Desearía
olvidar que alguna vez la dejé por perseguir mis sueños de grandeza. Desearía
volver a sus brazos y no irme nunca más.”
Las puertas
del vagón se abrieron. Nos encontrábamos en un andén similar al anterior, al
aire libre.
- ¿Qué
estación es esta?- le consulté.
- No lo sé,
esta estación no existe en la realidad- me dijo mientras ella observaba
extrañada el lugar. De su cuerpo aún brotaban ligeras ondas brillantes. Su
habilidad era adecuada para la ocasión. A pesar de que estábamos ya en la ciudad,
todo permanecía muy tétrico y oscuro. Incluso los edificios cercanos, ninguna
de sus ventanas dejaba ver una luz encendida. Los postes que lograba ver desde
mi posición estaban encendidos, pero sus bombillas tenían el brillo más opaco
que haya visto jamás.
- Quizás
solo existe porque debemos bajar aquí. ¿Reconoces el lugar?
- Creo que
estamos a un par de calles del puerto.
- Vamos
allá.
Caminamos
cerca de las vías hasta llegar a la salida, la cual tenía tres molinetes. Los
atravesamos sin problemas. Al salir, nos recibió una avenida vacía y sombría.
- ¿Dónde
está la gente?- pensé en voz alta.
- Es
extraño, pocas veces he tenido un sueño así- me dijo.
- Espera,
espera, ¿este es tu sueño o mi sueño?-le pregunté con el ceño fruncido.
Ella empezó
a caminar en dirección contraria a mí, giró y, una vez más, hizo un gesto con
la cabeza, esta vez indicándome que la siga. Caminé detrás de ella, guiado por
su brillo. No dejaba de sorprenderme el lugar, todo estaba ordenado y limpio.
Era como la calle fuera el pasillo impecable de un hotel recién inaugurado,
solo que por techo teníamos al oscuro cielo.
- Esto no
es Sidney- me dijo secamente, sin dejar de caminar.
- ¿Qué?-
dije incrédulamente.
- Es decir, de
cierta forma lo es. Pero puede que sea una adaptación desde tuperspectiva, como si hubiera fragmentos de
la ciudad pero unido a otras partes sacadas de tu mente. Tal vez es como tú
crees que es la ciudad, unido a lo que yo conozco.
- Eso quiere
decir que es mi sueño.
- Sí, pero a
pesar de eso, yo tengo libertad para moverme, decir y hacer lo que desee.
Incluso puedo tener la habilidad de la luz. Entonces, también es mi sueño. Pero
tienes una gran influencia dentro de él.
- Sigo sin
entender.
- Cuando dije
que estábamos a unas calles del puerto, en realidad ni siquiera había terminado
de reconocer el lugar. Solo lo sabía. ¿Sabes por qué?
- ¿Un golpe de
suerte? Bueno, yo siempre quise ir al puerto de Sidney - susurré en voz baja.
- ¡Exacto! Es un
deseo tuyo, y estas encaminando este sueño con esa dirección.
- Entonces si tú
me dejaras aquí tal vez no llegue al puerto nunca y dejaría de ser un intruso.
- Quizás, pero
no lo haré.
- ¿Por qué?
- Pues me da
curiosidad lo que encontraremos allí- dijo soltando una carcajada.
- ¿Cómo sabes
que esta ciudad no es la original?
- He estado
demasiadas veces aquí como para poder notarlo- me respondió muy segura de sí
misma.
- ¿Has soñado
con otras personas al azar?- caminé con pasos largos con el fin de alcanzarla y
hablarle mirándola a la cara.
- Obviamente que
sí, pero nunca he podido compartir acciones tanto tiempo. Siempre solo son
conversaciones fugaces y dichas personas, al ser secundarias en mi sueño, solo
tienen acciones específicas. La historia es ‘Yo siendo ayudada por esas
personas’ no ‘Esas personas ayudándome a mí’. En este sueño, a pesar de todo,
la historia es ‘Tu siendo ayudado por mí’. Creo que por eso tienes más
influencia en lo que ocurre.
- Pero solo es
perspectiva, también puede ser ‘Tu ayudando a un extraño’.
- Mejor no
ahondemos demasiado en esto. Ni siquiera es normal que estemos aquí. ¿Cuántas
personas conoces que puedan visitar a este mundo tal como lo hacemos nosotros?
- A nadie le
cuento sobre estos sueños – respondí.
Al oír mi respuesta, ella dejó de caminar y me
miró atónita, o eso pensé hasta que noté que ella no tenía los ojos fijos en
mí. Giré la cabeza con dirección a lo que ella estaba observando, y allí estaba
la razón por la cual frenó. Al otro lado de la calle un escaparate rompía el
tono lúgubre del lugar. Su luz era un mosaico de diversos tonos dorados. Era
como si nos estuviera pidiendo que, por favor, lo vayamos a observar. Yo no lo
había notado hasta ese entonces.
- ¡Eso no estaba
allí! lo habría notado desde la entrada de la estación- dije pasmado.
- ¿Sigues
buscándole lógica a todo esto?- me cuestionó.
Las ondas
brillantes que desprendían de su cuerpo se disiparon. Avanzó en medio de la
calzada a paso apresurado. Yo una vez más, fui tras ella. A medida que nos
acercábamos, logré notar que el marco del escaparate estaba hecho de algún tipo
de madera pulida y tallada en forma de olas, lo cual le daba un aspecto
antiguo, pero muy cálido.
- ¿Puedes
ver algo?- pregunté.
- Espera,
se está aclarando el interior.
Ambos
estábamos ansiosos de saber que nos revelaría aquel exhibidor. Poco a poco la
luminosidad imperante se atenuó, dejando ver nítidamente el interior. Y allí
estaban esos objetos tan perfectos, tan nuevos, tan reluciente; como si recién
hubieran sido fabricados y puestos a la venta. Estuvimos en silencio unos
segundos, sin despegar nuestros ojos del vidrio.
- ¿Qué
rayos? ¿Qué son esas cosas?- ella exclamó, rompiendo su serenidad.
- Te iba a
hacer la misma pregunta – le respondí absorto.
Los dejo con el tema Soñé, versión Unplugged, de la banda mexicana Zoé.
Diciendo que hay algo malo en la forma en que
me siento
Un eslabón
roto, una pieza faltante, una rueda pinchada.”
The Way I Feel - Keane
Esperar ocho años es demasiado tiempo.
Lo podría hacer en siete, o seis. Tal vez a fin de año, o el próximo mes. Las
decisiones que uno toma son caminos que se deben imponer al miedo. Quizás en
una hora, o en la madrugada cuando el frío nace. Sino temprano, antes del
desayuno.
Tal y como sucede cuando uno se va de
una casa ajena, me despediré agradeciendo por lo que se me ofreció. Muchas
sonrisas verdaderas, música que bailé, perfumes de los que me enamoré. Usaré el
excusado por última vez, me peinaré el cabello para salir bien arreglado.
De seguro estaré temblando antes de irme -de solo pensarlo se estremece mi
cuerpo- me miraré al espejo y sonreiré. Puede que vea a todos los seres
que quiero o quise alguna vez, pero ninguno pondrá objeciones.
¡Debería ser rápido, sin ser tortuoso!
Miento. Debería doler para entender el castigo que el mundo ejerce sobre quien
se cree valiente, pero en el fondo solo es un cobarde. Muchos criticarán, por
el libro que nunca se publicó, el concierto que nunca se tocó, el título que
nunca se consiguió; mas luego de unos días callarán y entenderán que los
objetivos se multiplican por cero cuando llega el momento. Mi canción favorita
me sumergirá bajo el agua empozada en una cama. Allí pretendo soñar un poco a
costas del tiempo; mientras contemplo como la vida se escurre entre mis manos y
tiñe de rojo aquel océano en miniatura. Luego cerraré mis ojos, los cerraré
fuerte y no los abriré más.
Mi mente buscará culpables, pero la
verdad es que ni la decadencia del invierno, ni las personas que pudieron hacer
algo tendrán la culpa. Es mejor pensar que será por iniciativa propia. Siempre
ha sido así. La historia siempre estuvo escrita de esa forma. No puedes cambiar
una línea de un libro ya impreso.
Quizás en dos años o diez. Tal vez en
once meses o tres. Puede que llegando a casa por la noche o una tarde cuando
nadie, a parte de mí, allí esté.
No importa mucho el tiempo, pero lo haré.
Los dejo con la última
canción de una de mis bandas favoritas, Keane: The Way I Feel.
Les escribió Joss!, quien
al fin acabó la universidad, pero sigue con el tiempo en contra.
El alba despertó con un
disparo, y su hermosa sangre caliente y borboteante derritió la nieve en el
campo. Esta penetró a la tierra hasta adoptar a tres semillas, a las cuales
abrazó como si fueran sus hijas. Les dio amor hasta sentir que ellas podían
andar solas. Así lo hicieron, crecieron hasta ver al fin el cielo. Aún no había
amanecido. Eran tres rosas rojas, las únicas con vida en medio de la campiña.
En sus espinas guardaban dolor, sus raíces estaban impregnadas de sufrimiento.
Eran hermosas, pero no pudieron contener su llanto. Mil lágrimas se abrieron
paso entre la miseria y llegaron al camino. Un niño perdido logró escuchar los
lamentos; sin dudarlo siguió el desvío. Tres rosas rojas, rojas como la
violenta muerte bajo una máscara, le dieron la bienvenida en medio de sollozos.
-¿Por qué lloran?- preguntó
el pequeño.
-Nosotras somos hijas
del martirio- respondieron las tres gemelas.
-¿De quién?
- De aquella joven que
confió en el amor equivocado.
Los gritos de una madre
desesperada se escucharon en medio de la brisa congelada. Repetían un nombre,
una y otra vez, con una voz quebrada y cansada.
- ¡Te están buscando!-
exclamaron las rosas.
- Alguien también debe
estar buscando a la madre de ustedes, ¿está muy lejos de aquí?- consultó el
infante.
- Ella no se ha ido,
ella sigue aquí, oculta a nuestro lado. Nos cuida y nos mantiene vivas.
El crío quitó una gruesa
almohada blanca en la cual los tallos se recostaban. Allí estaba: Cabellos
rubios y la piel más fría que el invierno. Su rostro mostraba una lóbrega sonrisa dibujada
sin labios. Sus ojos eran dos cavernas de infinita oscuridad.
- ¿Esto significa
confiar en el amor equivocado?- cuestionó el niño.
Las tres rosas rojas
siguieron llorando.
Últimamente he tenido
varias pesadillas.
Los dejo con Brucia La
Terra, interpretada por Andrea Bocelli.
Les escribió Joss! Quien está
en medio de exámenes.
“Hola
nena, te escribo esto por si algún día lo lees. Ya es de madrugada otra vez. He
pasado varias horas cantando. Creo que seguiría cantando hasta que mi garganta
sangre y pierda la voz. Me siento vivo. Quizás lo hago mal, pero me gusta
hacerlo. Me gusta mejorar. La música es un medio de escape. Los días son menos
duros así. Creo que la mejor profesión que podría tener es la de soñador. Hoy
en día no dan ni un duro por los soñadores. Solo venden los realistas. Esos que
van a clases contentos por su futuro puesto de trabajo. ‘Estudia algo que pague
las cuentas’; ¿podré soportar una vida así? Es fácil pensar desde un
escritorio. No obstante, es difícil imaginarlo cuando estás en la cama, a las
tres de la mañana de un miércoles; sin poder dormir. ¿Qué sigue después? ¿Una
familia? ¿Trabajar para mantenerla? Muchas veces he pensado en suicidarme.
Creerás que es muy egocéntrico y megalómano de mi parte. Entiende, no soporto
la idea de ser nadie en la vida. Nadie importante. Un ser irreconocible. Mucha
gente se conforma con un buen empleo, un título, en formar una empresa, en
formar un hogar. Pero hay quienes hemos nacidos sedientos de grandeza, una ambición
que jamás podemos aplacar. Me siento enfermo con estos pensamientos, sé
ocultarlos bastante bien. Me gusta sincerarme contigo, últimamente no existe
mucha gente en quien confiar”.
Mis ojos se abrieron repentinamente. Sabía que estaba
sucediendo otra vez. Yo estaba parado en medio de un andén de metro al aire
libre. El cielo era de color azul oscuro sin ningún astro. Un par de postes
eran los únicos objetos que iluminaban el lugar. No tenía noción del tiempo.
Ignoraba si era el final de la tarde o el inicio del día. Miré a mí alrededor, estaba
solo. Caminé unos pasos con dirección a una estructura que, a mi parecer, era
la salida. De pronto, una fuerte voz estremeció el silencio del lugar.
-¿Te encuentras bien?
Creía no tener compañía, pero allí estaba ella, parada al
otro lado de la vía. Alta, blanca, cabello castaño y con pecas. La he visto
alguna vez. No recuerdo dónde.
-Sí, creo. ¿Dónde estoy?- respondí poniendo mis manos cerca
de mi boca a modo de altavoz.
-No lo sé, ¿dónde te quedaste dormido?- la joven volvió a
preguntar imitando el gesto que hice con mis manos
-Creo que en mi habitación. Pero yo me refería a dónde me
encuentro aquí, “en este mundo”.
-Bueno en ese caso, tu estas en la estación Richmond del
metro de Sidney, Australia.
Me quedé atónito por un momento, y no fue
porque estaba a más de 14 mil kilómetros de casa. Yo tenía un amigo de la infancia,
Alex, que vivía desde hace muchos años en el país de los canguros. Cada vez que
podíamos nos comunicábamos, incluso él ha regresado unas cuantas veces a Perú
de visita. Hace un tiempo Alex me contó que salía con una chica bastante
peculiar que conoció en uno de sus trabajos. Me mostró algunas fotos de ella,
pero hasta la fecha no había tenido la oportunidad de conocerla más de lo que
las redes sociales permiten. Tampoco fue algo que me haya interesado. Empero,
ahora esta muchacha se encontraba allí, en medio de mis sueños. O tal vez yo
estaba en medio de los suyos.
-La verdad es que no sé qué hago aquí. ¿Me puedes ayudar?-
dije, usando una vez más mis manos como amplificadores de sonido.
-Claro, espera a que cruce- me respondió ella en voz alta.
La joven alzó su brazo hasta la altura del hombro, con la
mano completamente cerrada, formando un puño. Una esfera de luz se concentró
delante de ella, con el movimiento de su extremidad lo dirigió hasta la vía que
separaba nuestros andenes y al abrir repentinamente su mano, la bola se
extendió hasta formar un pequeño puente brillante, hecho solo de luz. Luego
ella lo cruzó caminando tranquilamente.
- ¿Cómo rayos has hecho eso?- pregunté, completamente
sorprendido por lo que acababa de ver.
- Es un truco que aprendí estando aquí- me respondió.
- ¿Yo también puedo hacer eso?- cuestioné una vez más.
- No lo sé, ¿lo has intentado antes?
Levanté mi puño derecho e hice presión. Mi brazo empezó a
temblar. No sucedió absolutamente nada. Ella me miró incrédula.
- Bueno, lo intenté- dije mientras bajaba mi brazo.
- Muchas cosas en este mundo solo son reflejos metafóricos
del mundo real- me dijo mientras concentraba una pequeña esfera de luz en su
dedo índice, para luego desvanecerla al mover su mano
- ¿Qué significado tiene la luz?- le pregunté.
- Cuando el sol no alumbre más, las personas con luz en el
alma serán quienes guíen a los demás en medio de las tinieblas- me respondió
mirándome fijamente.
- Eso sonó tenebroso.
- ¿Necesitas mi ayuda?
- Supongo que sí, nunca he estado aquí.
- Deberíamos ir al centro- sugirió ella.
- No es mala idea conocer esta ciudad.
- Subamos al metro.
- ¿Cuál...?
Giré mi cabeza y observé como un vagón de metro se acercaba
a la estación por la vía. Su velocidad fue disminuyendo hasta quedar totalmente
estático frente a nosotros. Las puertas abrieron de par en par. El interior era
oscuro, apenas podía distinguir los asientos. Ella subió y dio media vuelta.
Cerró los ojos unos instantes. Un aura ligeramente brillante envolvió su cuerpo
e iluminó parcialmente el vehículo. Luego volvió a abrir los ojos. Hizo un
gesto con la cabeza, indicándome que suba. Yo abordé el vagón. Las puertas se
cerraron a penas puse mis dos pies adentro. El metro empezó a avanzar. Nos
sentamos en unos asientos cercanos a una ventana. Ella mantenía el brillo en su
cuerpo. No lo demostré, pero seguía sorprendido por aquella habilidad. De
pronto, una interrogante surgió inesperadamente en mi cabeza.
- ¿Tú vives en este lado del mundo? ¿Verdad?- interrogué.
- Si, pero no en esta ciudad- me respondió con voz calmada.
- Pero sí en este país.
- Eso sí, ¿por qué?
- ¿Cómo es que hablas el español tan fluido?
- No busques mucha lógica a lo que sucede en este momento.
Estas soñando ¿lo recuerdas?
Se
aproximan mis exámenes parciales. Cada vez huelo más cerca el final de mi
carrera. Al fin.
Los dejo
con la banda australiana INXS y su canción “Never tears us apart”
"Hola
nena te escribo esto por si algún día lo lees. Estoy durmiendo en medio de
fantasías, pero mis sueños están a punto de hacerse añicos una vez más, y no
tengo con quién hablar.
Algunas
veces me he preguntado si estoy condenado al fracaso, a morir en los canales
del olvido. Tal vez no sea lo suficientemente bueno en lo que hago. Cada día me
vuelvo más viejo, y no he conseguido nada de lo que me he propuesto. Los años
pasan por mi cuerpo y mi rostro, así se acaban mis esperanzas de sobrevivir al
final. ¿Es momento de resignarme y ser una persona más en medio de la
muchedumbre esperando su lenta decadencia? Busco las oportunidades, he sido
bastante osado para enfrentarme a mi destino. Sin embargo, un vez más he
tropezado, y cada vez es más difícil levantarse con la fatiga a cuestas.
¿Pero sabe
qué nena? No deseo huir. No pienso escapar esta vez. Me queda poco tiempo al
fin y al cabo. Me romperé los huesos que me tenga que romper y golpearé las
caras que tenga que golpear. Después de lo que he vivido tengo claro que solo
existen dos opciones para mí: o morir siendo un desconocido, o mantenerme vivo
para siempre con el legado que puedo dejar. Perdóname si nunca toco en el
club Paradiso como prometí. Pero si lo logro, espero de todo corazón verte en
medio del público.
Por cierto
nena, no por iniciar un viaje sin rumbo significa que estarás perdida, es bueno
dejarse sorprender por el universo. Si deseabas trepidaciones en tu corazón y
aventuras que contar a tus nietos, traza un objetivo, mas no te preocupes mucho
por el camino que te llevará a él. Toma los desvíos, súbete a los buses
equivocados, pierde los vuelos; has todo lo que no harías, hazlo feo. Pero por
favor, cuídate".
Terminé de escribir la carta
las 3 am, y me quedé viéndola por varios minutos. El lapicero había dejado
involuntariamente pequeños cúmulos de tinta en algunas letras escritas. Era un
lapicero barato, así como lo que escribía y componía. Necesitaba seguir
trabajando, y lo único que había hecho desde el día anterior era esa vulgar
carta. El silencio en el ambiente era absoluto, la soledad enfriaba cada rincón
de mi habitación, a la vez que por la ventana me saludaba la infinita oscuridad
de la madrugada. La automotivación generada por la carta se esfumo en medio de
cajas de cigarrillos regadas por la habitación. Quiero creer que es solo una
pausa, y cuando me recueste en mi cama solo será para encender el fuego en mí.
No puedo inspirarme, me encuentro demasiado nervioso. Me estoy destartalando, y
todo con lo que siempre he soñado, solo serán fantasías de medianoche. Pensar
cada vez es más complicado. Necesito una dosis de irrealidad.
Un impulso eléctrico mueve mi
mano derecha hacia uno de los cajones del escritorio. Luego rebusca entre hojas
y útiles hasta que al fin encuentra el tesoro: un blíster lleno de Alprazolam.
Mis manos lo doblan y libera lentamente a una de las pastillas. Después,
liberan a tres más. Me las trago sin agua, ya está acostumbrado mi paladar.
Pasado un corto tiempo, me recuesto con la vista nublada. El foco en el techo se
desintegró en pequeños puntos de luz. Cada objeto que me rodea se convierte en
polvo. Poco a poco, la espesa negrura del exterior se abre paso en mi estancia y
me envuelve en un manto mucho más helado que la misma noche. Ya no puedo ver
nada, no puedo sentir la cama en la cual mi cuerpo reposaba. Estoy en caída
libre. Tengo miedo cada vez que ocurre todo esto. Sin embargo, me encanta lo
que sigue después.
Es
complicado tener continuidad en la escritura. Pero hago lo que puedo, aprovecho
en escribir borradores cuando tengo tiempo libre, los cuales pulo después.
Supongo que si algo te gusta debes hacerlo constantemente. Escribo
constantemente, pero no todo lo que hago es válido para ser publicado. Una vez
que me deshaga de la universidad creo que podré desempeñar mejor mi papel.
Los
dejo con Hard Enought de Brandon Flowers, vocalista de The Killers. Un trabajo
solista bastante interesante.
Escribió
Joss!, quien está jodidamente ocupado con su último trabajo de la carrera.
Empezó a sonar la música. Estoy alcoholizado. Lo normal para inspirarme:
ni tan cuerdo como para ser formal, ni tan sazonado como para olvidar el tema.
Siempre necesito un traguito para lograr ver la luz. Debería sentirme romántico
a estas alturas de la botella, y hablar sobre amores perdidos, toda la vida lo
he hecho así. Pero ya no puedo. Todos mis estúpidos poemas de amor los cambié
por canciones y cuentos de protesta, violencia y corrupción. La decadencia de
una sociedad que nos ultraja todos los días. Sobre eso cuento ahora. Sobre eso
hago música ahora. Suele ser una vía de un solo sentido, no es fácil ir y
volver de la miseria humana. Sin embargo, me gusta ensuciarme los zapatos.
Empaparme del tema. Sé que esa mierda ni siquiera la haría por mi maldita
tesis. Aunque tampoco para realizarla tendría que irme a pelear a algún bar o
amanecerme en nightclubs. Las madrugadas son tan frías. A veces, anhelo tener a
alguien al lado que me brinde algo de calor en vez de caliche combinado
con Kola Real para evitar el raspado. Allí afuera no existe piedad. Siempre lo supe, cada noche lo compruebo. Algunos colegas me han preguntado si en mis incursiones voy
armado. Pues la verdad que sí, llevo una vieja Smith & Wesson que compré
por un sencillo en Manzanilla a un tipo parecido a Cachay. Siempre
aclaro que ese 'fierro' no lo llevo para tomar aires de justiciero. No lo soy,
no la usaría para detener un asalto. Yo solo soy un observador. No obstante,
cuenta con una única bala, por si alguna vez las cosas se ponen difíciles para
mi. Tampoco la usaría para matar a alguien, antes me volaría los sesos, sería
más barato que afrontar un juicio por enfriar a alguna basura. También
sería más poético.
El whisky me está susurrando a los oídos. Ya son tres
cigarrillos que enciendo. La calle está dura, sobre eso escribo ahora. De
seguro, en estos momentos todos los de la universidad están preparándose para dormir,
avanzando con sus malditos trabajos o teniendo buen sexo. Yo me masturbaré un
rato para liberar la tensión, luego tomaré mi gabardina, enfundaré mi pistola y
me iré. El reloj tiene un ángulo de 90 grados, es momento de hacerle el amor a
alguna cantina. Esos cuentos y esas canciones no se escribirán solos.
Calixto.
Caliche: Bebida popular en
la región Ancash, hecha a base de manzanilla, linaza, lino y otras hierbas
mezcladas con ron.
Cachay: José Luis Cachay Ramos, conocido
cómico peruano.
Y así volví a escribir.
Los dejo con Billy Idol y su clásico Dancing With Myself.
Escribió Joss!, quién no debería abandonar su blog.