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La tarde que nunca existió



El atardecer teñía el cielo de naranja y azul oscuro. Las primeras estrellas se asomaban en el firmamento y observaban la ciudad que pronto adornarían. Yo caminaba al lado de ella. Habíamos coincidido en la reunión de cumpleaños de un amigo en común, y al finalizar el evento, ambos acompañamos al cumpleañero hasta su departamento. Sin embargo, ahora nos tocaba marchar. Íbamos por el mismo camino a pesar de que viviéramos en lugares distintos. Yo pretendía acompañarla a la parada de autobuses. No obstante; no deseaba decir palabra alguna. Sentía una ligera incomodidad en el aire, quizás en el fondo me intimidaba tenerla junto a mí. Nuestros pasos resonaban en la acera, pero fue su tierna voz la que finalmente quebró la tensión que nos sepultaba:

- ¿Por qué ya no eres como antes?- me preguntó, sin mirarme ni dejar de caminar.
- He cometido demasiados errores- le respondí, mirándola de reojo y procurando ir al ritmo de su marcha.

Subimos por un gran puente, las escalares se hacían infinitas, pero ideales para continuar la conversación que al fin había iniciado entre nosotros.

- ¿Por qué ya no ríes como antes?- me volvió a cuestionar.
- Me avergüenza verte, hice todo mal y nunca podré corregir nada.
- ¿Por qué ya no eres tú?- cuestionó ella una vez más.
- Ni siquiera sé cómo explicarlo.

Nuestro andar se detuvo repentinamente, y giramos al mismo tiempo. Al fin pudimos vernos a los ojos. Estábamos parados en medio del puente y las personas pasaban al lado nuestro, tratando de esquivarnos. Pero en ese momento, no importaban. Nada en el mundo importaba, solo aquellos dos caramelos brillantes que reposaban en aquel pequeño rostro. No sé exactamente cuánto tiempo nos vimos fijamente. Pareció una eternidad; hasta que un impulso abrumador me hizo cerrar los ojos,  y acercar mis labios a los de ella. Grande fue mi sorpresa cuando sentí correspondido dicho gesto, y aquel sabor que no había probado hace tantos años, al fin pudo empapar mi alma. Sentí exactamente lo mismo que en nuestro primer beso: el tiempo y el espacio se volvieron obsoletos, solo lograba escuchar nuestros corazones latiendo al unísono, como un coro en medio de un gran vacío.

Nos separamos y nos vimos fijamente una vez más. Le dije que la había echado mucho de menos y que nunca había dejado de pensar en ella ni un solo día. Ella solo sonrió. Me encontraba desbordado de alegría, era un sentimiento que creí enterrado en lo más recóndito de mí ser, pero ahora lo tenía a flor de piel.

Luego de lo ocurrido, decidimos irnos caminando a la deriva, por lo menos hasta que pase el bus que la llevaría a ella a su domicilio. El cielo ahora era completamente oscuro, y un sinfín de estrellas era el adorno perfecto para aquella romántica noche.

En un determinado momento, pasaron varios buses que iban por la ruta de ella. Uno tras otro desfilaron delante de nosotros, todos ellos vacíos. Para cuando ella se animó a levantar el brazo,  solo quedaba uno que se veía atiborrado de gente. No obstante, este último vehículo tampoco frenó y siguió de largo.

- ¡Han pasado más de tres buses vacíos y decidiste parar el más lleno!- le dije con una voz burlona. – ¡Y lo peor es que ni siquiera el último paró!-.

- ¡Ya lo sé!- me respondió, con una sonrisa en el rostro.

Al final, no contuvimos la risa y empezamos a reírnos a carcajadas los dos, solos, en medio de la acera, bajo aquella noche estrellada que nunca podré olvidar; y que nunca existió.

Mis ojos se abrieron. Solo podía observar la luz tenue del pasillo. La fría oscuridad de mi solitaria habitación cubría cada centímetro de mi ser. Todo lo que estaba viviendo, se había desvanecido. Volví a cerrar mis ojos unos instantes, con el torpe fin de poder retornar a mi sueño. Pero las historias que soñamos no vuelven más, así como aquellas que vivimos con las personas que ya no están en nuestras vidas.

Finalmente, di un suspiro y, queriendo tener el poder sobrenatural de romper las barreras del espacio, susurré:

- Debí decirte que siempre estuve enamorado de ti. 


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Necesitaba escribir algo romántico.

Los dejo con Thread de la banda Keane.

Les escribió Joss! Quien ahora tiene un año de vida más, pero menos tiempo para lograr sus objetivos.







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Las canciones y el tiempo


Existen canciones que me hacen recordar el pasado. Desde ligeros flashbacks, hasta escenarios completos con olores, sabores, incluso clima. Retroceder en el tiempo a través de la música para mí se ha vuelto común en estos días. Algunas veces realizo esos viajes con el afán de analizar mis errores, echar un vistazo al desastre que he llegado a ser, o simplemente sentirme un poco más joven mientras veo como frente a mí la juventud se diluye como azúcar en el café. Reconozco que me da angustia al pensar que ya han pasado muchos años desde diversos acontecimientos trascendentales en mi vida. Algunas veces también me da nostalgia pensar en la gente que ha quedado atrás. A muchas personas me gustaría verlas y decirles: “Cómo pasa el tiempo ¿verdad?”, pero sé que así pudiera hacerlo en el presente, no sería lo mismo. No por el hecho de que ya no compartamos ningún vínculo, sino porque esas personas actualmente son diferentes, y yo desearía hablar con una versión pasada de ellas, con aquella que en su momento significó algo para mí. Con esas versiones que a veces echo de menos y están encapsuladas en un recuerdo que regresa a mi cuando escucho determinadas canciones.

“Tiempo, regrésame solo por un instante al pasado, y así poder despedirme de las personas que significaron algo para mí”.

Creo que nunca he despertado una mañana sabiendo que esa sería la última vez que hablaría con la versión de alguien, antes de que la vida empiece a sepultar los mejores momentos que viví con dicha persona y, naturalmente, empiece el nacimiento de un nuevo individuo que yo ya no reconoceré. En dicho contexto, siempre me he preguntado: ¿Existirán otras personas que han sentido lo mismo conmigo? Y si lo han sentido: ¿Entonces yo ya no soy la versión que ellos añoran de mí? Siento que, a pesar de muchas vivencia, todo el mundo ha cambiado menos yo. Pero es un sentimiento superficial. En el fondo sé que soy demasiado diferente, incluso me gustaría abrazar una versión pasada mía, con menos malas intenciones y más generosidad en su corazón. Espero que alguien, a parte de mí, también recuerde las mejores versiones de mí con una canción.






Este blog, más que un blog regular, se ha convertido en un baúl en el cual guardo episodios de mi vida que viajarán a través del tiempo.

Los dejo con The Adults are Talking de la banda The Strokes.

Les escribió Joss! Quien está próximo a cumplir 27 años.