de madrugada, cuando
los sentimientos mejor florecen.
¿Dónde estarás?
No he dejado de
pensar en tu sonrisa ni un solo día,
aquella que se dibuja
perfecta en tu cara.
Mi alma tiene tanto que decir.
Un puñado de versos
no podrían contener
todas las cosas que solo siento por ti.
Es tan difícil
entender por qué no estás aquí.
Los segundos son
demasiado largos;
las horas, infinitas.
La desesperación
abraza cada una de mis palabras,
pero cariño, sé
disimularla.
Aun así, es
inevitable hacerme muchas preguntas.
¿Dónde estarás?
¡¿Acaso no importan
mis lágrimas?!
Cada día que pasa es
demasiado tarde.
Cielos, ¡desearía que
me oyeras ahora!
No soy el mismo, pero
necesito de tu luz.
Ilumíname, ¡¿qué más
debo hacer para encontrarte?!
Paso los días
escuchando canciones,
aquellas que te
dibujan en mi mente.
Así no te siento tan
lejos mientras te busco.
Sé que suena
patético, tú dirías eso.
Pero pequeña mírame,
estoy enamorado.
No quisiera dejar de
respirar sin decirte una vez más: te amo.
¿Dónde estarás?
¿Alguna vez nuestros
caminos se volverán a juntar?
Las esperanzas
podrían durar por siempre,
escondidas bajo mi
almohada.
Pues si no te puedo
volver a encontrar,
de vez en cuando, al
menos, en mis sueños puedes estar.
Hace poco alguien me vio escribiendo
este poema, y me preguntó si valía la pena seguir haciéndolo, dedicando parte
de mi tiempo a una composición que tal vez nadie lea, ni siquiera la persona a
quien va dedicada. Pensé un momento y pues es válida su pregunta. ¿Vale la pena
seguir? Cada hora invertida ordenando mis ideas ¿vale la pena? Ni siquiera
soy bueno. Una vez Borges dijo (y yo lo leí de Vargas Llosa): ‘En la poesía
solo se admite la excelencia’. Yo no estoy ni cerca. Pero es lo que me nace
hacer ahora. Escribir y escribir, horas enteras frente al ordenador. Si hay
algo que vale la pena en mi vida, es buscar las mejores palabras que podría
dedicar a la chica que amo. Darles un significado, porque es todo lo que
quisiera decirle si la viera. Porque ella me ha inspirado y agradezco todas las
cosas que me ha enseñado. Vaya… en estas fechas mucha gente se pregunta qué
regalo debería conseguir para aquellas personas que estima. Se fijan en
tamaños, precios, colores, cantidades; pero terminan dejando de lado lo más
importante: la esencia de un presente. Es válido conseguir muchas cosas que
dejen maravillado a quien los recibe (quién no se quedaría con la boca abierta
si le regalan un auto del año o un celular de alta gama), pero - en lo personal
- yo considero que el obsequio es completamente vacío si no contiene estos
ingredientes: un significado, algo de ti que no puedes recuperar y las ganas de
querer darlo. Solo así uno podría decir que está dando algo realmente especial.
No importa que tan grande o pequeño sea lo que darás; no importa si regalarás
un departamento, un viaje, unas medias de abeja, un videojuego, un abrazo, un
televisor o un poema; si contiene estos tres ingredientes, puedes mirar los
ojos de quien está recibiendo el regalo y decirle que lo que estás dando está
saliendo desde lo más profundo de ti, empapado de todos tus sentimientos. Eso
es lo que realmente cuenta.
Entonces, ¿vale la pena seguir
escribiendo? Sí, lo vale, siempre lo valdrá, por ella vale la pena hasta morir. Será como una carta dentro de una botella. No importa lo que me digan, solo deseo obsequiar algo de mi en esta navidad.
Feliz navidad a quien lea esto.
Feliz Navidad Flowers, este es mi regalo.
- Mamá por favor abrázame, me
siento débil y aún me faltan dos días para acabar mis exámenes. Necesito
fuerzas. Sé que lo voy a lograr, aunque me sienta un poco fracturado hoy. El
amor ha causado algunos estragos en mí, pero por la misma razón también puedo
sonreír.
- Hijo, tranquilo. Aún eres
joven. El tiempo pasará, muchos vendrán y se irán. Habrá un momento en
el cual llegarás a un lugar y alguien también llegará allí. Ambos se
sentirán tan cómodos de verse que no querrán volver a alejarse.
- Es un poco difícil pensar en
eso ahora. Es la primera vez que siento esto de verdad, y es lo más puro que he
podido sentir en todos estos años de mi vida. Sin rencores, sin resentimientos, sin intención de hacer daño.
Solo quiero ser una buena persona y dar lo mejor de mí. Me emociona cada vez
que lo pienso, pero no soporto la idea de dejar todo atrás.
- Algunas veces, en nuestro
camino, nos topamos con una persona con quien caminamos un trecho de nuestras
vidas. En ese tiempo, su compañía influye en tantos aspectos de nuestro día a
día, que nos olvidamos de la bifurcación que habrá más adelante. Y cuando llega
el momento de decir adiós, nos resistimos a continuar nuestro viaje. No sabemos
si quedarnos en el mismo lugar esperando o seguir. Pero tienes que entender que
cada uno tiene sus propios objetivos y sueños. Estos, lamentablemente, no
siempre se comparten. Por esa misma razón, así queramos con todo nuestro ser
que nos siga acompañando, aquella persona no podrá ir en la misma dirección que
nosotros.
- Mamá, es duro dejar algunos
sueños y decir adiós. Quisiera saber cómo está ella ahora. Quisiera poder hablarle y
escuchar su voz una vez más. Estar cerca de ella y sentir su perfume. Mirarla a los ojos, que me
cuente sus planes y que sonría cómo lo hacía antes. Solo deseo que
este a mi lado y nos perdamos una tarde por la ciudad. Que apoye su cabeza en mi hombro, tomar su mano y sentir
un beso suyo. ¡Cielos, mamá, la amo tanto! Me hubiera gustado que la conozcas,
es la chica más maravillosa que he conocido.
- Con solo ver tus lágrimas sé
que ella es demasiado especial para ti.
- No sé qué sigue después de todo
esto.
- Hijo mírame. No te dejes vencer
ni por las dudas ni el temor. Sigue manteniendo la pureza de tus sentimientos.
Nunca odies, nunca desees el mal. Que tus recuerdos sean un tesoro que guardes
dentro de tu corazón.
- Yo jamás podría odiarla.
- Las cosas mejorarán hijo. Yo
siempre estaré para apoyarte. Eres fuerte, siempre has encontrado la forma de
resurgir, y sé que esta vez también será así. Superarás cada dificultad que se
presente. Los cambios que han surgido en tu vida por ella, que sigan por ti ahora.
Mantenlos, continua con esos deseos de superación. Sigue como la persona
buena que has planeado ser.
- Gracias por escucharme, mamá. Necesitaba quitarme este nudo de la garganta. Algo
que he aprendido en estos meses es ver el futuro de forma más optimista... Un
nuevo año está cerca y deseo que todo sea diferente.
- Será diferente, hijo.
- Lo será mamá. La vida no es tan
gris después de todo.
Es un poco difícil pensar y
comentar sobre el amor cuando toda tu vida te la has pasado contando tragedias. Los dejo con Adele y su tema Hello. Como siempre, ella brindando una fascinante e intensa interpretación en vivo.
Les escribió Joss!, invicto en sus notas dos años consecutivos.
- ¿Y qué tal te fue en tu examen
de admisión?- Le pregunté a Alfredo mientras nos sentábamos en los sillones de
mi sala.
- Bien Johnny, ingresé en décimo
puesto- me respondió con su voz chillona, esas de las que tienen los tipos
despreocupados y fanfarrones.
- Quién lo diría, o sea ya eres
cachimbito-dije con tono sarcástico.
- Ni yo me lo creí, creo que…
¿oye tienes cigarros?- Dijo, interrumpiéndose así mismo.
- No fumo, Fredy ya lo sabes.
- Si quieres ser también
periodista vas a terminar ingiriendo más humo que agua al día- me dijo, al
mismo tiempo que alzaba su mochila y rebuscaba entre sus cosas.
- A la mierda, espero que no sea
así. Por cierto, eso de ser periodista…
- Lo sé, no lo mencionaré. No sé
por qué te avergüenza comentarlo, de seguro vas a terminar como mi perro en
algún periódico.
Fredy sacó una cajetilla de
cigarros del fondo de su mochila, cogió
uno y se lo puso entre los labios. Me miró y sonrió.
- No quería gastar los míos.
- Eres un malnacido- le dije burlonamente
y me recosté en el sillón.
- Supongo que si tienes
encendedor- me dijo.
- Putamare, tengo fósforos en la
cocina- le dije y me volví a poner de pie.
- Ya que chucha, solo déjamelos
aquí- dijo Fredy con tono burlón-. Y de paso una taza para las cenizas.
Me dirigí a mi cocina y cogí una
caja de fósforos de una de las repisas y una taza que casi no usaba. Volví a la
sala, lancé la cajita al sillón en el cual Fredy estaba sentado y puse una taza
en el suelo.
- Más increíble que mi ingreso es
que tú tengas un departamento para ti solo y no traigas a ni una flaca- Fredy
encendió uno de los cerillos y se lo acerco a su cigarro-. Si yo viviera solo
aprovecharía para tener a Nanci todos los días a mi disposición. Es más creo
que voy a alquilarte tu piso mientras estés trabajando como huevón en esa
tienda.
- Jódete oe, no es que yo quiera
vivir solo, pero mis viejos prefieren que esté aquí a que en casa de mis tíos,
arrimado como un gusano- le respondí al mismo tiempo que me volvía a recostar
sobre mí sillón. Levanté una de mis piernas y la apoyé en la rodilla de la
otra. Parecía uno de esos vagos de las caricaturas.
- ¿No piensas volver a salir con
alguien?
- Sí he salido con algunas chicas,
pero eran salidas, nada más.
- Desde que estuviste con Atenas
no has vuelto a salir formalmente con alguien, eso preocupa viejo.
- De eso te iba a comentar.
- ¿Por fin vas salir con alguien?
- Sí, con Atenas para el 14.
- No me jodas, ¿con ella? ¿Cómo
así?
- El otro día fue a la tienda en
mi turno y…
- No pudiste evitar hablar con
ella sobre cojudeces.
- Estamos sin pareja los dos,
saldremos como amigos.
- ¿Qué te une tanto a ella? Ya
han pasado algunos años, viejo; ni yo he estado tan jodido como tú.
- Es una larga historia de
secundaria.
- Siempre has dicho eso. Cuéntame
un poco a ver si te llego a entender y de paso me termino mi cajetilla-
- No sé si me llegues a creer-
dije mirando al techo.
- Suéltalo.
- Bien…era mi último año en
secundaria… Atenas, su amiga Miranda Chávez, su enamorado de ese entonces,
Santiago Nápoles y yo nos vimos envueltos en la desaparición de un
compañero de colegio: Graham Salomón.
- Ese nombre me suena ¿Fue en el
99 verdad?
- Sí, el último día de noviembre
de 1999.-
- ¡Exacto! Recuerdo leer una nota
sobre ese caso, creo que a su papá lo encontraron muerto, desbarrancado o algo
así.
- Sí, y a nosotros cuatro
durmiendo en un matorral cercano al precipicio donde encontraron al señor.
- No me digas que ustedes
desaparecieron al fulano y de paso
mataron a su viejo.
- Anda huevón, no sabemos qué
pasó exactamente; es más, ni siquiera podemos recordar que pasó esa vez.
- De seguro los cuatro se
metieron una borrachera con ácido y terminaron matando al pobre Graham. Cuando
su viejo lo fue a buscar lo desbarrancaron. Escondieron el cuerpo de tu
compañero y se quedaron colgados. Cuando despertaron no sabían que carajos
habían hecho. O quizás sí, y tienen un pacto de sangre que los une; o algo así-
Fredy se mostraba más entusiasta que yo al contar su historia.
Incliné mi cuello y lo miré con
cara de desprecio.
- Creo que estar metido en la
sección policial te hace creer que todo es un crimen- le dije.
- Estoy dando una teoría fugaz-
Fredy sacó un nuevo cigarrillo, se lo puso en el los labios y lo encendió con
otro cerillo.
- Debes ser más creativo. Toda tu
teoría fue lo primero que pensaron los polis. Eso no ocurrió, todos pasamos por
un examen toxicológico y estábamos limpios.
- Vaya mierda.
- Y lo que nos descartó como
sospechosos fue que el cuerpo del papá de Graham llevaba allí semanas. Su casa
también había permanecido abandonada el mismo tiempo. Según lo que escuché la
casona donde vivía estaba hecho un trasto, la habían dejado tal como estaba. Empolvada
y sucia. Hasta con un plato servido, pudriéndose en la mesa del comedor. ¡Todo
eso era imposible!
- ¿Porqué?
- Por qué ese mismo día Atenas se
fue de picnic con Graham. Cayó la noche y todos los de mi promoción íbamos a
hacer una actuación en un evento que mi colegio había organizado en la plaza de
San Juan. Pero ellos dos no habían vuelto. Miranda, Santiago y yo nos
encontramos camino al recital. En eso,
unas calles antes de llegar a la plaza, apareció el señor Salomón. Nos pidió
que por favor lo acompañemos a buscarlos. Y eso hicimos. Él subió al cerro con
nosotros.
- Diablos, eso ya me dio miedo
¡¿Y nadie los vio subir con él?!- Exclamó Fredy botando todo el humo de su
boca.
- La mayoría de personas estaba
en la plaza- le respondí-. Las calles estaban prácticamente vacías. San Juan
Masías es una ciudad pequeña.
- Entonces, a todo esto ¿Qué es
lo que recuerdan?
- Es allí donde todo se vuelve
confuso, por más que he tratado de volver a recordar lo que pasó, solo obtengo
una gran vacío en mi mente. Tampoco recuerdo en qué momento encontramos a
Atenas, ni en qué parte de la subida perdimos al señor Salomón.
- ¿Los cuatro no pueden recodar
nada? ¡Sobretodo Atenas! Ella subió antes.
- Es lo que supongo. Por lo menos
Atenas me dijo lo mismo. Solo recuerda que salió al encuentro de Graham y antes
de llegar al camino del cerro, se le nubla la memoria y solo ve oscuridad. No
tiene en claro si llegó a encontrarse
con Graham o no.
- ¡Rayos! ¿Y los demás?
- Después de despertar Miranda y
Santiago se limitaron a declarar a la policía. Pero después de aquel episodio,
creo que ninguno terminó sintiéndose bien. Solo esperamos en silencio a que
terminara el año y con ello, el colegio. Los cuatro nos limitamos a saludarnos
y despedirnos cada vez que nos veíamos. Nada más. Decenas de curiosos trataban
de abordarnos con preguntas, pero no comentábamos lo ocurrido a nadie, ni entre
nosotros. Yo sí tenía curiosidad y quería saber más, pero respetaba la decisión
que los demás habían tomado. Días antes de la ceremonia final de graduación,
Santiago se fue. Cuando lo fui a buscar, en su casa solo se encontraba la ama
de llaves, quién me dijo que sus viejos y él habían viajado a Lima. No recogió
su diploma ni certificado. Ni siquiera se despidió de Atenas.
- Vaya basura ¿Y Miranda?
- Miranda hizo lo mismo con sus
viejos una semana después de la ceremonia y un día antes de navidad. Tampoco se
despidió de nosotros; sólo se fue. Miranda era amiga de Atenas desde primaria;
tenían planes para después de terminar el colegio. En enero pensaban hacer un
tour por todo el callejón de Huaylas. Ella no entendía porque los dos decidieron
simplemente irse y perderse- di un suspiro-. Atenas y yo íbamos a quedarnos
unas semanas, hasta casi fines de enero, luego viajaríamos a Lima también.
Fueron las fiestas de fin de año más tétricas que pasamos. Creo que a parte del
suceso en el cerro, ese abandono repentino de gente muy cercana a nosotros
logró que nos uniéramos más. Ambos teníamos miedo de que por alguna razón uno
de los dos decidiera largarse y dejar con toda la carga que significaba
quedarse en San Juan. Tanto era el temor que juramos irnos el mismo día de San
Juan, en el mismo bus; y a la par trataríamos de olvidar lo que nos había
pasado en el cerro. Ella no quería buscar más respuestas.
- Mierda…
- Eso no es todo – pude notar que
Fredy había dejado de fumar y solo se dedicaba a verme tirado en el mueble.
- ¿Hay más?
- Un poco más. Los dos estuvimos
tan ocupados en sentirnos acompañados el uno al otro, que olvidamos de cómo nos
contactaríamos aquí en Lima. Una vez nos despedimos en la agencia, no pensé en
nada hasta que estuve en el taxi. No intercambiamos ni un solo número. Pensé
que al final el abandono del cual veníamos escapando nos había atrapado. Por
sentirnos acompañados unos cuantos días, olvidamos que un año cuenta con más de
trescientos. Pero de alguna forma, logramos comunicarnos. A la semana siguiente de llegar, por las
noches tuve constantes sueños con el Marina Park de San Miguel. Solo había ido
una vez en toda mi vida a ese lugar, y fue para el cumpleaños de un primo
cuando era pequeño. Fue tan constantes esas visiones que un día sin más me
decidí por ir allí, no tenía del todo claro el por qué. Llegué, me di unas
vueltas por el lugar y al verlo lleno de gente, me sentí incómodo. Decidí irme,
pero al momento de dirigirme a la salida, me topé con Atenas. Había ido por la
misma razón. Es allí donde sentí que ambos estábamos destinados a estar juntos.
Y ella también. Nos dimos nuestro primer beso cerca a la fuente del lugar.
- Lástima que ese sueño solo duró
nueve meses- dijo Fredy con tono sarcástico.
- Esa es otra historia- respondí.
- Es bastante interesante todo lo
que me has contado. No me imagino envuelto en algo tan jodido como lo es la
desaparición de alguien. Menos para mí graduación. ¡Mierda! Es una cosa de
locos. Debería hacer una nota sobre lo que me has contado, hasta te podría
entrevistar.
- Ándate a la mierda. El caso
quedo en nada. Con el tiempo a mí tampoco me interesó lo que pasó.
- ¿Y te quedaste con todas las
dudas? Cómo puedes dormir con eso.
- Solo lo olvidé.
- Tal vez Atenas también quiere
saber más, solo que no te lo quiso decir.
- No importa, la subida al cerro
no será un tema del que hablaremos.
- ¿Y de qué vas a hablar? ¿De tu
aburrida vida en la tienda de libros? o ¿de los recuerdos que tienes con ella
cuando todavía estaban juntos? Eso basura, tienes que ser un poco más
interesante. Dile que lo investiguen juntos, tal vez eso avive algo entre
ustedes. Hasta se podrían dar un viajecito por San Juan los dos solos y de paso
haces la de periodista.
- Fredy a veces creo que en tus
cigarros en vez de tabaco tienes hierba. Hablas cada huevada.
- A la mierda, solo te daba una
recomendación.
- Justo eso es lo que quería
desde un principio, solo una recomendación. El 14 es este jueves y no sé ni
siquiera que chaqueta me pondré.
- ¿Me ves con cara de estilista?
Johnny a veces creo que eres tú quien en vez de cigarros fuma porros. Es más,
¿para qué carajos te pondrías una casaca en medio del verano?
- ¡Mierda! tienes razón. Estamos
en verano.
- Desde hace meses viejo.
- Lo que pasa es que a ella la vi
con una casaca gruesa y chalina. Pensaba que estábamos en pleno invierno.
- No tú no te metes hierba. Creo
ya has probado drogas duras.
- ¡Es la verdad Fredy! Mierda no
me había dado cuenta de eso- dicho detalle llamó demasiado mi atención. Dejé de
estar recostado y me senté.
- Quizá es para cubrir su gélido corazón-
Fredy soltó una sonora carcajada.
- Mejor olvídalo. Dame una
recomendación seria o algo para hacer esta salida más…especial.
- Bueno a Nanci siempre le ha
gustado que le de rosas sin que me lo pida. Es como un detalle que funciona
bien. No sé, tú debes saber que le gusta, has estado con Atenas.
- Nunca le regalé rosas.
- Con razón. He allí la razón por
la cual te terminó.
- Ahora que lo pienso bien he
sido un idiota con ella.
- ¡Mierda! No empieces con tus
lamentos- exclamó-. Me quito, solo me queda un cigarro. Iré a picar algo a casa
de Nanci- Fredy metió la cajetilla en su mochila y la cerró. Luego se puso de
pie y se dirigió a la puerta de salida.
- ¿Tu recomendación solo son
rosas?
- Sí- Fredy paro en seco antes de
llegar a la puerta-. Y ten un poco más de actitud Limeña. Sigues pareciendo un
recién bajado de San Juan y de seguro que a Atenas le gustaría más ver a un
macho capitalino después de todo este tiempo- dijo dándome la espalda.
- O sea debo ser un joputa
pedante.
- Interprétalo como quieras… abre
tu puerta, está con llave.
Me paré y saqué el llavero que
tenía metido en el bolsillo. Me acerqué a la puerta y empecé a probar una a una
las llaves. Todas se parecían y siempre olvidaba cual era la correcta.
- Tamare, tú nunca te acuerdas
que llave es- dijo Fredy-. Oye ¿tienes alguna forma de contactarla?
- No. Pero sé que estará allí- le
respondí.
- Eso me huele a plantado viejo
¿cómo estás tan seguro?
- Porque la soñé días antes de
que viniera a la tienda y la volví a soñar hoy- dije sonriendo.
- Confías demasiado en tus
sueños.
- A veces sí.
Una de las llaves por fin encajó
en la cerradura y logré abrirla.
- Bueno Johnny nos vemos- dijo
Fredy estrechándome la mano para despedirnos.
- Nos vemos Alfredo- le respondí
dándole la mano también.
Fredy salió al pasillo. Al
momento que yo pretendía cerrar la puerta Fredy volteó y me miró.
- Johnny una cosa más- dijo.
- ¿Qué fue?
- Eh... Mira, a veces luchamos
por aquello que creemos que nos mantiene vivos. Nos aferramos, así sean solo
sueños sin sentido- hizo una pausa, su cara de seriedad me parecía extraña-. Pero
debes pisar tierra, por más que sea duro. Y luchar por cosas reales. Ser
realista será una de las primeras cosas que aprenderás cuando empieces a ser
periodista.
- ¿Es tu momento filosófico?- Le
dije frunciendo el ceño.
- Es la recomendación de un pata-
me respondió.
Fredy hizo un gesto de despedida
con su mano, dio media vuelta y se dirigió por el pasillo hacia el ascensor.
He estado recluido tras las paredes de mi casa los últimos tres días. Hice caso a las recomendaciones de Bukowski: “Todos deberían de irse a la cama cuando estén bajoneados, estamos obsesionados con que tenemos que hacer… un círculo de levantarse y hacer algo, arriba, abajo.”Y al parecer ha funcionado. Obviamente no estuve tendido viendo a las moscas. Me la pasé haciendo lo que me gusta, me absorbe y no es del todo ocio: escuchar música, escribir y practicar voz. Al final de todas estas horas he concluido que he confundido el ser 'una buena persona' con ser 'un piltrafa blandengue'. Esta errónea analogía también la apliqué con su contra partida: ser 'una mala persona' no me convierte en un 'hueso duro'. Y es allí, al momento de obtener una conclusión, cuando tratas de aplicar la respuesta a todo lo que has venido realizando, cuan genio trata de aplicar una nueva teoría a las reglas actuales. Luego de la retrospectiva necesaria, es cuando detienes todo y procuras buscar nuevos enfoques, nuevos caminos, nuevas puertas. Lo he hecho. He tomado la decisión de no ser un debilucho y seguir. Resistiré todo lo que venga con valentía. No importa cuan duros sean los golpes. Ahora no me voy a dejar derrumbar. No soy una piedra. Soy una muralla que evita que traspase lo peor. Será difícil al principio, quizás; empero seguiré haciendo las cosas que creo correctas. Abriré las persianas y veré cuan luminosa es en realidad la tarde. Abriré la puerta y saldré. Porque los sueños verdaderos están allí afuera. No en una cama, en un cigarrillo o al fondo de un vaso de pisco. Alguien una vez me dijo: "nunca vas a lograr nada si te pasas toda la vida lamentándote como un maldito deprimido". Tenía demasiada razón. Ya no hay tiempo para lamentarse. He cometido errores muy grandes, he hecho mucho daño, me arrepiento de cada uno de mis actos; pero también debo empezar a perdonarme a mí mismo. Aún quedan 40 días, 960 horas, 57600 minutos, 3456000 segundos para que finalice el año; debo aprovechar todo lo que pueda y vivir. Diré las cosas que tenga que decir, haré las cosas que tenga hacer. Hay gente que espera algo de mí, y lo más importante: yo espero algo de mí, y no es precisamente estar enclaustrado. Tengo la oportunidad de hacer las cosas bien por primera vez en años y no pienso desperdiciarla.
"He estado aquí por horas, sólo persiguiendo estas palabras a través de la página"
You're my waterloo - The Libertines
No recuerdo muy bien cuando comenzó todo. Podría
asegurar que se inició en secundaria, pero sería muy subjetivo. Puede que
varios síntomas de mis primeros episodios fuertes de depresión, ocurridos entre
los años 2005 y 2009, ya se estaban gestando desde mucho antes, y la enfermedad
ya estaba en mi interior. Tal vez desde que iba en primaria, incluso en inicial,
diversas señales se manifestaban en grados tan insignificantes que ni mis
padres, ni yo suponíamos que podrían juntarse alguna vez y explotar. Tengo
vagos recuerdos de alguna manifestación intensa. Quizás los hechos más fáciles
de traer a mi memoria son: despedir a mi abuelita cuando tuve que irme a vivir
a Caraz; un ataque de psicosis en una navidad de los primeros años de la década
pasada; la de dejar abandonado a un cachorro enfermo a su suerte (dediqué un
post a este episodio: Cachorro); la desaparición de mi primer perro; y algunos
castigos físicos a los que fui sometido mientras vivía en Caraz. Cada uno de
ellos me sumieron en una tristeza demasiado profunda, la cual demoró varias
semanas en largarse, y así poder seguir con mi rutina de escolar de pulpín.
Podría mencionar también el proceso de adaptación por el cual tuve que
pasar, al mudarme de una pequeña ciudad como Caraz (en la cual podía salir cada
vez que se me daba la gana y tener aventuras por los bosques y caminos a las
afueras de la ciudad); a una salvaje metrópoli como lo es Lima (en la cual en
cada esquina puedes terminar con una bala entre los ojos). No obstante, sigo
creyendo que todo alcanzó un grado mayor cuando aquí en la capital me enamoré
por primera vez. Hasta entonces, el amor solo significaba para mí darse un par
de picos y tomarse de la mano por cinco minutos. No existían más propósitos.
Eso me volvía “mayor”. Me ponía en onda. Pero cuando aquella chica, en segundo
de secundaria, se recostó en mi hombro mientras veíamos una película en casa de
mi mejor amiga, supe que de alguna forma cambiaría mi vida por completo. Tal
vez era muy joven para entender que en esa etapa de la vida el amor es intenso
y fugaz, que solo dura un par de caricias y no un sueño completo como lo
pensaba. Creo que era demasiado romántico. Pasé seis años enamorado de aquella
chica, yo mantenía la esperanza de que alguna vez podríamos estar juntos.
Esperaba que cada una de las historias que había soñado se cumplan de alguna
forma. Pero nunca sucedió. Y ello trajo consecuencias mientras duraba el
proceso de aceptar que no todas las cosas que uno sueña se harán realidad. En
los picos más altos de mi enfermedad, llegué a recluirme en mi casa por meses
(usando de excusa una eventual operación) mientras perdía a mis amistades más
cercanas; mientras perdía la confianza en mis padres y me llenaba de
resentimiento hacia ellos (quienes tal vez no entendían muy bien por lo que
pasaba, y por ello me castigaron cuando una vez me puse maquillaje a los ojos
para lucir más ‘dark’); mientras me lastimaba ingiriendo cantidades
desbordantes de alcohol, nicotina al por mayor, drogas ilegales al por menor y
cortes en mi piel (que ahora que lo pienso bien, ni siquiera sé en que ayudaban
a parte de sentir un poco de dolor). Vaya que estaba hecho mierda. Recluido en
una prisión mental propia, llorando y pataleando por las cosas que no hice y
pensaba que debí hacer en su momento. Sin embargo, en aquella época no sentía
maldad en mi ser a pesar de que estaba lleno de ira y decepción.
El tiempo pasó y al final las pastillas llegaron
mediante un psiquiatra. Eso tal vez me ayudó un poco a buscar nuevas
alternativas de distraer mi mente. Y pude continuar vivo hasta llegar a
ingresar a una universidad (las ganas de acabar con mi vida se habían vuelto
frecuentes). Pensé que al empezar a estudiar poco a poco los depresivos pensamientos
se irían de mí. Pero cuando empecé mi carrera, lo único que sentí era que me
había metido a convivir en una jaula de gente salvaje y superficial. Gente que
solo había visto de lejos en algún evento o fiesta y prefería mantener alejada.
Mi primer año universitario fue un desastre: notas hasta el culo, ponderado
cagado y con riesgo de que me botaran de una patada de la facultad. ¿Ahora en
que refugiarme? ¿En mis mejores amigos? La mayoría se había ido lejos. Estaba
solo. ¿En la persona que aún amaba? Recuerdo cuando en una llamada, dicha
persona dijo que estaba en un hotel teniendo sexo con su enamorado. No existían
muchas cosas por las cuales luchar. Pero de alguna forma saqué fuerzas para
superar los obstáculos académicos. Quizá la relación con alguien mayor que
inicié por ese entonces me ayudó a envalentonarme y desahuevarme. Me volví en
todo un hombre, quien tenía sexo a diario. ¿Qué más motivación que esa para dejar
de ser un maldito depresivo? Es gracioso, pero ello hizo florecer mis más
oscuras intenciones. Nunca me sentía satisfecho. Por el contrario, cada vez me
sentía más vacío. Pasó bastante tiempo, en los cuales me creía un ‘latin lover’
cada vez que podía; hasta que me di cuenta que no era la culpa de mi
personalidad heredada (la cual llamo la Maldición Tarazona); sino que era
porque en realidad no sentía más allá de un cariño por las personas con las
cuales estaba. Sentía que no podía dar todo de mí. Que si tenía que dar algún
detalle lo hacía por obligación más que por amor. Era conveniencia pura: tú te
sientes bien y me entregas lo mejor de ti; yo me siento mal pero al sentir que
haces algo por mí me hace olvidar que mi vida es vacía. Aquello me daba
remordimiento, pero sabía disimular muy bien, y también sabía disfrutarlo bien.
Sin embargo, era inevitable caer poco a poco otra vez en la enfermedad que yo
creía olvidada. Años y años, era lo mismo. Me dedicaba a llenar el socavón de
mi vida con experiencias diversas; pero en vez de echar tierra para tapar dicho
hoyo, solo lo llenaba de agua que eventualmente se evaporaba. Era una agridulce
rutina. Hasta que un día conocí a
alguien que otra vez me hizo soñar. Como dicen por allí, las personas que
cambian tu vida se presentan inesperadamente, sin que siquiera lo tengas
pensado. Y fue así. Yo nunca pensé conocerla en esa clase. Nunca pensé hacer
grupo con ella. Nunca pensé que
tendríamos que hablarnos por un trabajo. Nunca pensé después de terminado el
ciclo, mientras estaba en un viaje por Arequipa, volvería a hablar por
mensajería con ella. Nunca pensé que
en ese viaje tendría un sueño con ella,
a quien en ese entonces conocía muy poco. Creí que todo quedaría allí, pero al
comenzar un nuevo año y un nuevo ciclo, empecé a verla más seguido. ¡Joder! Era
increíble verla sonreír, ver sus manos, sus ojos, sus gestos, escuchar su voz;
su sola presencia me tranquilizaba y me permitía ver la vida menos gris, de
forma más optimista. Rayos, me estaba enamorando de verdad, lo sabía. Pero el
ciclo terminó, y los horarios y rutina me alejaron de ella casi por completo. Pensé que era lo mejor, pues me sentía tan
manchado y atado a mi estilo de llevar el día a día, que sentí que lo único que
haría sería causarle daño. Así pasaron los meses. Me conformaba con mi fútil vida.
No niego que alguna vez me esforcé por sentir algo más por la persona con quien
estaba; pero mi esfuerzo era en vano, no había nada en mi ser que me hiciera
sentir algo más que cariño y costumbre. Era como una película que pasaba y yo
solo era el tipo que la proyectaba en una pantalla blanca, aburrido esperando a
que otra función empezara. Y empezó. Llegó el verano. Allí conocí a otra chica.
Al principio pensé que solo sería una conquista más. Pero terminó por atraerme
más de lo debido. E inicié una relación
paralela a la que ya tenía. Y otra vez, me limité a la experiencia inicial. La
pasaba bien sin importar el daño que estaba causando. Todo era ajeno a mí. Era
de piedra. Mi alma se tornaba más oscura cada vez que aquella chica me daba más
poder y lograba liberar mi lado más cruel en nombre del placer. Y eso era en lo
que pensaba. Sé que me quería de verdad y por ello me dio tanta autoridad. Me
gustaba, me encantaba. Los meses pasaban y yo lo disfrutaba. Pero en el fondo,
no era lo que buscaba. Era una lucha interna entre ser una mejor persona y
hacer lo correcto, o seguir haciendo daño a la gente que me rodeaba pero
pasándola bien. Algunas veces di manotazos de ahogado, tratando de finalizar
toda relación que mantenía. Pero la costumbre ganó. Cada una de las cosas malas
que hacía se volvían demonios que me atormentaban diariamente. Demonios con los
cuales convivía y no deseaba luchar. No tenía motivación para hacerlo. Ninguna
razón para acabar con toda la vida tan decadente que había creado…
Hasta que una sonrisa volvió a brillar en mi vida.
Sí, era ella; quien por un tiempo me
hizo soñar el año pasado. Hasta ese entonces, solo una eventual conversación
nos conectaba, o ver algunas fotos nuevas de ella y sonreír. Solo eso. Pero volvimos a coincidir en una clase.
Hablar mucho más con ella, ser más
cercanos, conocerla y saber que piensa; me permitió crear una conexión mucho
mayor, a tal punto que fue un chispazo para replantearme lo que venía haciendo
hasta entonces. Sabía que no podía continuar haciendo daño, jugando con las
personas como se me daba la gana; tener remordimiento, pero esconderlo en mi
mochila y seguir caminando. No obstante, todas las malas decisiones me mantenían
tan encadenado, que cualquier puerta de escape que veía era cerrada por más decisiones
estúpidas que tomaba. Quería acabar dicho capítulo sin dañar a nadie, pero
sabía que cambiar de vida tarde o temprano traería una gran explosión. Llegue a
pensar que mi única salida era largarme a otro lugar y así empezar de nuevo.
Pero no podía hacerlo a corto plazo, no soportaría hasta que se diera
la oportunidad. Paralelamente, comenzaron fuertes conflictos entre mis padres;
a tal punto que tuve que fungir de soporte de mi madre para que no cayera en
una profunda depresión. Tal vez era un poco indiferente a lo que pasaba, pero
mi lid personal me estaba ahogando y tenía que mostrar fortaleza y tranquilidad
para que, a pesar los problemas, mis hermanos menores vieran que mis padres
seguían bien y no a un punto en el cual hablaban de una posible separación. Los días pasaron, y lo único que hacía era
tratar de apaciguar las disputas de casa, pero sentía que mis fuerzas se
acababan. Mi vida sentimental era un desastre y seguía siendo un tormento, a la
vez que me enamoraba cada vez más de ella.
Recuerdo el día en el cual decidí acabar de una
vez con mis demonios, esa mañana desperté de un sueño increíble, el cual
terminaba con ella viéndome directamente
a los ojos. Hubiera querido que ese sueño fuera eterno, pero era la realidad a
la cual tenía que enfrentar. Creo que esa emoción de lograr un cambio opacó mi lucidez, olvidando que cada cambio es un proceso en el cual no me puedo
saltear ni un solo paso; y de hacerlo, se pagarían caro las consecuencias. Lo
olvidé, no lo pensé. Y lo que debió ser una pacífica retirada se convirtió (como
lo había vaticinado) en una explosión que me impactó directo en la cara. Lo que
debió ser una declaración de amor en un fin de semana soleado y cerca al mar,
solo se convirtió en un día que no puedo olvidar. Las personas más cercanas a
mí se enteraron de la doble vida que tenía, lo cual decepcionó a muchas
personas; incluyendo a ella, quien
optó por alejarse completamente. Y es allí donde una vez más me sumergí otra
vez en depresión, esta vez más intensa; pues la culpa es un sentimiento que, si
florece, te deteriora rápidamente el alma, los sentimientos, la motivación.
Hubo un día en el cual me puse hasta las trancas, y tenía la determinación de
acabar de una vez conmigo; pero quede inconsciente antes de causarme graves
daños. Ese fue solo una de las tantas funciones de embriaguez que di. Después
de asistir al psiquiatra y que este me recetara antidepresivos y ansiolíticos, la
mayor parte de Septiembre me la pasé combinando mis pastillas con alcohol y
nicotina. Solo así lograba lo que deseaba: no sentir nada. Dormir. Soñar. Una
rutina que me trajo consecuencias académicas. Mis notas bajaron (ni siquiera di
la mayoría de exámenes parciales), no asistía a clases. Pensaba en retirarme
del ciclo. Otra noticia inesperada me impactó un tiempo después. Iba a ser
papá. Rayos, no estaba preparado para ello. Menos de los ecos del pasado que
intentaba dejar atrás. Al principio me alteró demasiado, dije muchas cosas
duras a la madre del pequeño de las que me arrepiento, empero acepté que
tenía una responsabilidad mayor y estaba dispuesto a asumirla. A pesar de estos sucesos, poco a poco
estabilicé mis emociones y traté de centrarme en lo que tenía que hacer para
salvar el ciclo. Me ayudó mucho que ella
me vuelva a hablar y a escuchar, con la condición que dejemos atrás septiembre.
Y así fue. Septiembre nunca pasó. A veces era inevitable sacar a relucir mis
sentimientos, pero tenía en claro que aquello solamente echaría por la borda la
amistad que teníamos. Las semanas seguían pasando, yo procuraba tener una vida
en paz: dejando atrás el pasado, asumiendo mí realidad, tratando de darme
motivación y sin hacer daño a nadie más. Pero verdadera ‘paz’ era lo único que
no encontraría. Un fin de semana, un mensaje me confirmó que el corazón del
bebé había dejado de latir. Aquel día me sentí pésimo, tal vez porque, como
muchos me dijeron, me había hecho la idea de ser padre; además de ver una
ecografía que causó cariño incomprensible en mí. Las lágrimas se me salían de
los ojos. No podía evitarlo, pero debía que seguir de pie. Solo para soportar
la alteración que tuvo la madre del pequeño, lo cual hasta cierto punto
comprendí porque tuvo una perdida grande, más que la mía. Empero, llevo su
perturbación a otro nivel cuando empezó a culparme a mí de su pérdida, y
también, sin ninguna razón, a ella. Hice
lo posible para concluir de forma tranquila una etapa, pero no lo logré. No
quise crear más conflictos. Sin importar lo que sucediera. Solo deseaba un poco
de paz. Porque ya no daba para más. Mis problemas alcanzaron a ella también, lo cual era lo que menos
deseaba. Una vez más se alejó. Entre las cosas que me duelen más está que
personas que creo importantes se alejen cuando las necesito. Y en ese momento necesitaba
que me digan que las cosas estarían bien, que existen nuevos horizontes. No
obstante, a ella la entiendo; nadie
quisiera verse envuelto en problemas ajenos. Desde un principio yo lo único que
he provocado es caos en mi entorno y debo lidiar con eso. Al alejarse ella me dijo que no podía volver a
algunas personas especiales. Yo no lo hago. La vida se encarga de darte
personas por las que podrías dar todo de ti sin importar lo que pase. No lo
planeas, y tu existencia puede cambiar drásticamente por la motivación que te
dan. El silencio de las personas que crees especiales es incertidumbre pura, tanto
como lo es el tiempo que debes de
esperar para que cada pieza tome un lugar correcto.
Aún debo de luchar contra mi último demonio, y es
la enfermedad que yo me he provocado con cada mala decisión tomada. La ayuda
profesional queda en segundo plano cuando debo ser quien tome las riendas. Eso
trato de hacer. He estudiado para mis últimos exámenes soportando cada síntoma
que se me ha presentado. La ansiedad está a la orden del día; la falta de ganas
de realizar actividades que antes me gustaban me pone en serios aprietos cuando
debo escribir o cantar; los pensamientos de no existir muchas veces me tumban
en mi cama y me hacen despertar tiritando de frío, esto acompañado de la
hipersomnia que me invade casi a diario; la dependencia a algún vicio; la falta
de apetito; el llanto constante (sí, suelo ser un llorón); la prisión mental en
la que muchas veces se convierte mi casa. ¡Maldición estoy hecho basura! Lo
único que deseaba era cambiar de vida, a otra que no sea vacía, falsa. Solo
quería ser una persona mejor. Pero de nada sirve quejarme, maldecir y patalear.
Tampoco sirve tirarme a dormir, esperando que los sueños sean mi único hogar.
Todo ya está hecho, debo tener resiliencia y fe de que mi realidad mejorará de
alguna forma. Tal como me dijeron hace poco, cada una de las personas en este
mundo debemos creer en algo y apoyarnos en ello, pues somos insignificantes
ante los ojos del universo.
"Sing me to sleep / I'm tired and I / I want to go to bed"
The Smiths: Asleep
Entre la noche de ayer y todo el día de hoy he dormido unas 18 horas. Primero porque me sentía bastante cansado, luego porque tome un par de pastillas que me inducen al sueño. He procurado mantenerme alejado del alcohol y no abusar de él como lo hice hace unas semanas atrás. Trato de ya no estar en un hoyo, de liberarme de los problemas y tener una vida tranquila, pero al parecer este año será imposible. Cuando supe que sería padre, hace unas semanas, mi vida dio un giro estrepitoso. No sabía que hacer ni que decidir. En un principio mi reacción fue dura, fui muy lascivo con la madre de mi pequeño. Erróneamente la hacía culpable de que mi futuro era destruido y ya no sería el mismo. Mis palabras fueron tan duras como un tubo de plomo. Ella dijo que me arrepentiría de todo lo que le dije. Y fue verdad. Unas semanas después vi su ecografía y sentí en mi interior que todo se revolvía. Una especie de cariño, de ganas de proteger, de alguna forma velar por él. Fue increíble. Ella tenía razón, me arrepentiría. Cuando lo hice, la reacción de ella fue hostil, optó por alejarse, y la comprendo. Después de todo había sido una persona muy cruel con ella. No pude verlo a él de cerca, tampoco escucharlo. Traté unas veces acercarme a él, pero al final entendí que acercarme solo le haría peor. Él estaba tan delicado. En mi interior me resigné a que solo fueran el destino y el tiempo los que se encargaran de brindar una respuesta. El viernes pasado, mientras estaba en clases, ella me mandó un mensaje: "Su corazón ya no late más. Todo acabó." Y una vez más todo empezaba de nuevo. Caminé sin rumbo, fumando y bebiendo una Coca-Cola. No puedo negar que la noticia me afectó. No puedo negar que lagrimas escaparon de mis ojos al ver el atardecer. Mientras volvía a casa sentía culpa, me sentía desgastado. Cada giro que da la vida me afecta tanto. Solo quería llegar a casa y abrazar a alguien. Pero no había nadie. Me senté en el patio y prendí otro cigarrillo. No pude evitar llorar. De alguna forma, desde que lo vi, una conexión se formó. Imperceptible por mi forma de ser. Pero estaba allí. Tal vez no hubiera sido el mejor padre, no hubiera dado los mejores consejos, pero hubiera estado pendiente de él. Quizás debí haber hecho un poco más por ti, pequeño; ser menos distante, hablarte por lo menos una vez y tener tus latidos en mis oídos. Pero ya todo acabó. Ella está completamente triste y la entiendo. Ayer tuvimos una acalorada discusión, y me voy a quedar con la sensación de que yo fui el culpable de todo esto. ¿Era inevitable o no? No lo sé. Ya no hay apoyo, no hay quién diga que todo estará bien. Sólo deseo dormir. Sólo un poco más. Sólo deseo abrazar mis sábanas y confiar en ellas. Que los sueños sean mi hogar una vez más.
Hace dos años que no
intercambiaba ni una sola palabra con ella. Fue extraño verla de nuevo, vestida
con una de esas casacas gruesas que siempre usaba cuando salía conmigo, una
chalina ploma con detalles blancos, un bolso de tela púrpura. La librería era lo bastante grande como para
perderme entre los estantes y evitar algún tipo de conversación, pero debo
confesar que me dio mucha curiosidad volverla a escuchar. Después de todo, a
pesar de que nuestra relación se fue al tacho, habíamos pasado por cosas
increíbles en nuestro último año de colegio. Compartir recuerdos y guardar
secretos nos hace cómplices y a la vez crea de alguna forma una relación entre
ambos. Me acerqué a ella despacio y dubitativo. Aún no se había dado cuenta de
mí presencia, pues no despegaba la vista de la contraportada de uno de esos
best-sellers juveniles que a la mayoría de chicas les encanta.
- Atenas, ¿cómo estás?- le dije,
con un tono algo melódico. No fue hasta que la llamé por su nombre que levantó
la mirada.
- ¡Johnny!- exclamó exaltada,
para luego solemnemente agregar: - ¿Qué haces aquí?-.
Cuando note el cambio brusco en
su tono de voz, empecé a creer que debí mantenerme detrás de los estantes, o
por último, enterrarme bajo una pila de libros.
-Ehmm… pues trabajo aquí- le
respondí mientras con mi índice izquierdo le mostraba mi fotocheck colgado en
mi pecho.
-¿Supervisor de tienda?, veo que
no has perdido el tiempo como siempre.- me dijo sarcásticamente. Su comentario
me incomodó aún más.
-No, creo que no. Bueno si
necesitas ayuda…-
-¡Solo te molestaba!- agregó
Atenas mientras soltaba una ligera risa. - ¿Cómo has estado? Los años pasan
rápido.-
- Si uno ni lo siente. Bien,
estoy viendo a que universidad ingresar, ¿tú?-
- Ingresé a psicología en San
Marcos pero aún no me decido.-
- Creo que a estad todos tenemos
muchas dudas.-
La miré directamente a los ojos,
y ella hizo lo mismo. Ninguno de los dos trato de esquivar aquel encuentro. Un
breve silencio surgió. Por segundos me sentí en el pasado, cuando cruzar miradas
era algo tan especial que no podíamos mantener nuestros ojos fijos y nos
ruborizábamos cada vez que sucedía. Luego bajé la mirada.
-¿Estás buscando algún libro para
regalar en San Valentín?- dije seriamente.
- No tengo a alguien a quién
regalar un libro, en estos tiempos ya nadie lee.- dijo Atenas.
Ella seguía mirándome fijamente,
y ello me ponía intranquilo.
- Entonces, ¿es para pasar el 14 leyendo?-
agregué con tono gracioso.
- Tal vez sí- dijo en voz baja,
luego dirigió su mirada hacia los libros del estante.
- Puede que te guste este- tomé
un libro llamado “La reina de los condenados” de uno de los estantes y se lo di.
-Ya me he leído todas las
Crónicas Vampíricas, Johnny- me respondió y lo volvió a colocar en el lugar del cual lo había sacado.
- ¿Y este?- cogí el primer libro que estaba en otro estante cercano. En su portada relucía su nombre: "Cosas que pasan". Se lo entregué en sus manos. Ella ojeo la portada y contraportada del libro y descubrió un detalle curioso.
- Oye este libro solo tiene título, no figura ni el autor, ni la editora, ni la sinopsis; tampoco el precio. Creo que se ha colado una mala edición.- me dijo con cara de sorpresa.
- Déjame verlo- le dije; me devolvió el libro y pude revisarlo. Efectivamente, en el libro solo se podía observar el título, mas no el autor, ni casa editora y tampoco la sinopsis. Además, carecía de etiqueta con su respectivo precio. Este se encontraba forrado como los demás libros y no podía ver el contenido del mismo. Rebusqué en el estante con el fin de encontrar otra copia pero no la hallé.
-¿Es pirata?- dijo Atenas con un tono burlón.
- No, pero tal vez es una copia rara y valdrá millones dentro de unos años- agregué sonriendo- de todas formas, lo revisaré en el inventario.
-Un libro misterioso es lo último que debería leer después de todo lo que nos ha pasado- sentenció Atenas con cara de incredulidad.
- ¿A que te refieres?- pregunté mientras regresaba el libro a su lugar en el estante.
-Olvídalo. Creo que no compraré nada por ahora; eres un mal vendedor- dijo seria.
-¡No soy vendedor, soy supervisor!- exclamé.
- Igual- dijo, luego sonrió. -Cuidate Johnny, fue una sorpresa verte hoy.-
- Para mi también lo fue.- dije.
Dio media vuelta y se dirigió a la salida. No sé que fuerza me impulsó para que, antes de que diera un paso fuera de la tienda, exclamara su nombre en voz alta perturbando el silencio del lugar: -¡Atenas!-. Muchas personas que estaban revisando los estantes voltearon sorprendidas.
Ella dio medio vuelta y me miró frunciendo el ceño.
-¿Qué pasó?- dijo con un tono no tan alto como el mío.
Me acerqué a ella para evitar levantar la voz una vez más.
-¿No vas a salir este 14?- pregunté.
-¿Tu estás libre ese día?- me preguntó inmediatamente.
-Sí, programé mi descanso para ese día y evitar el rollo de San Valentín- le respondí.
-Entonces pasemos este San Valentín como buenos ex que somos- me dijo riendo.
-Está bien, ¿a donde vamos?- no pude ocultar mi sorpresa al ver su reacción.
- Te espero a las 3 de la tarde, aquí en la entrada de plaza.- me respondió.
- Estaré allí- le dije sonriendo.
- Solo no te quedes dormido- agregó Atenas.
Ella me volvió a sonreír, y salió de la tienda. Yo me quedé en la puerta viendo como se alejaba y se perdía entre los transeúntes del centro comercial.
+ Continúa en Cita Inusual - Parte 2: Duda
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Últimamente no me he sentido tan bien como para dedicarme a escribir. Creo que volverme un poco anhedónico y perder un poco la concentración son parte de todo lo que estoy pasando, y a pesar de que estoy siguiendo un tratamiento; hay síntomas que me golpean el doble de fuerte cuando vacilo un poco y pierdo la fortaleza. En fin, procuraré no dejar de escribir.
Los dejo con la canción Down side of me de la banda Chvrches de su disco Every eyes open.
Les escribió Joss!, quien no quiere perder las ganas de escribir.
Llegué a la
bodega, taciturno y mareado por los ansiolíticos que había tomado.
- - ¿Papi que te despacho?
- - Tú ya sabes Félix, hoy no quiero recordar ni mi
nombre.
- - Una chata blanca, un 7up y una cajetilla de ‘Lucky’
verde.
Llego a casa y no
saludo a casi nadie, parezco un alma en pena que se escurre entre los pasadizos
hasta llegar a la última habitación del segundo piso: mi habitación. Cierro las
persianas, pongo el seguro a la puerta y me quito toda la ropa. Me pongo
prendas más holgadas y cómodas; me recuesto sobre mi cama. Prendo el primer
cigarrillo y me pongo a pensar en todo lo que me había pasado en el día. Una
llamada inesperada de mi ex enamorada me dijo que muy posiblemente me convirta en padre. Un embarazo de gran riesgo, pero aquella vida se aferraba a ella y planeaba resistir todo lo que pudiera. Yo
recién despertaba y no estaba preparado para una noticia así. Mis intestinos se salían por mi boca. No soportaba la noticia, la cual destruía la nueva vida que
trataba de construir. Las horas pasaban y tenía que recoger un regalo para una
persona importante para mí antes de ir a clases, pero la noticia me tenía
atónito. No sabía ni qué hacer ni que decir. Mi madre me dio un par de pastillas
para reducir la ansiedad que desbordaba en mí. Fui a recoger el regalo, luego
me dirigí a la universidad. Mi regalo no fue bien recibido como era de
suponerse. No siempre las personas que tú crees especiales son las que mejor te
tratan. Al finalizar las clases, fui tras ella y le conté cuál el problema, y
ella me dio consejos sobre madurar y que siga siendo una buena persona. Trate
de hablar de un ‘nosotros’, pero sus últimas palabras fueron: “No me gustas, no
te quiero, no deseo estar contigo”. Esas palabras me hubieran quebrado, pero yo
ya lo estaba desde que desperté y no sentí nada. Ni dolor ni tristeza.
El primer
cigarrillo se va consumiendo y me propongo a realizar la combinación letal de ron
y 7Up. Una vez mezclado, tomo el primer sorbo, aquel que entra quemando todo a
su paso. Me recupero del primer asco, y empiezo a tomarlo como un refresco. Uno
y otro cigarrillo, y empiezo a notar que mi habitación parece una celda de mis
propios demonios. Estoy mareado y empiezo a escribir tonterías por mensajería a aquella
persona especial. Ella me dice mil consejos, pero yo solo quería leer que
ella está conmigo apoyándome y que me quiere. Pero nunca lo leí, solo me dijo
que es mejor dejarnos de escribir; pues siempre sale a la luz aquel tema de que
estoy perdidamente enamorado de ella; y eso le incomoda. Me bloquea de la
mensajería. Y yo no siento nada, solo sigo embriagándome, el techo gira sin una meta ni fin; trago tras trago; cigarro tras cigarro, solo quiero olvidar como me llamo.
He pasado estos días queriendo volver al momento al cual confesé mis sentimientos hacia ti; y de alguna forma darme cuenta que aún no era tiempo, no era tiempo de revelar aquel sentimiento que me oprime ahora en el pecho. Aún no había vencido a todos mis demonios, no había dejado por completo aquella vida que decidí llevar en busca de falso afecto y falsos sentimientos. No trato de justificarme, ni mucho menos inventar excusas. Si algo he aprendido en todo este ajetreo es que debo ser lo más sincero posible, empezando conmigo: Dejar de engañarme y hacer las cosas correctamente, por primera vez en mi vida. No sé como comenzar, no tengo ideas para calmar esta ansiedad que siento. Creo que enamorarme de verdad implicaba todo esto, purificar mi alma; decir un 'Te quiero' sintiéndolo desde el corazón. Pero es tan deprimente no poder hacerlo ahora, pues cada acción mía tuvo una consecuencia, y una de ellas es alejar a la persona a quien realmente quiero. Se alejó, tal vez asqueada de lo todo lo que había hecho, sintiendo repulsión por mi modo de pensar. Decir disculpa una y otra vez, no arregla nada con nadie. Tomar una y otra pastilla no soluciona nada conmigo. Beber una y otra vez, no cura mi alma rota. Es difícil saber que hacer. Es difícil no redundar cuando no puedes quitarte a una persona de la cabeza. Solo desearía tomarle de la mano, como lo hice por aquella única vez, y decirle 'olvidemos todo, soy una persona nueva'; pero el pasado siempre uno lo llevará a cuestas, y eso me asfixia; mata cada deseo de ser alguien nuevo. Solo quiero ser alguien nuevo.
No suelo publicar letras ni de canciones ni poemas, me parecen ridículas, pero esto lo he escrito desde mi lado tan depresivo, que creo que merece un poco de afecto.
Esta última semana lo hice todo mal, perdí absolutamente todo; quede como un monstruo. Perdí a la chica que quería con todo mi corazón solo por los placeres de la carne y el deseo; y a la vez trata de tener una doble vida. No sé si me volverá a hablar. Aún quedan muchas semanas para que acabe el ciclo, pero también quedan muchas semanas para sentirme peor de lo que estoy ahora. No sé como puedo estar escribiendo. Creo que es algo innato en mi.
- Papá la terapia me ha ayudado, siento que puedo ver las cosas de forma positiva.-
- Es así hijo, todo lo arregla el tiempo y tu te sentirás mejor paulatinamente, toma los antidepresivos que recetó el psiquiatra.-
- Esta bien Papá, ahora ve a descansar, tengo mucho trabajo que hacer.-
- Buenas noches, hijo.-
- Dame el título de una canción, alguna que mezcle el alcohol y las drogas, porque trato de ver otra perspectiva, lo único que tengo es mi alma rota por todos mis errores.
"We were silenced by the night, but you and i, were gonna rise again"
Había dejado de tener ideas. No
podía ni siquiera ver mi blog. No es sencillo afrontar la noche y la madrugada
sin ideas. Sin embargo, hoy me he sentido motivado. Me he sentado frente al
ordenador con los dedos nerviosos. Procuré liberar mi tensión y dejar que las
palabras escapen, presurosas y torpes; pero sinceras. Podría una vez más hablar
de esta mugrosa ciudad: de sus calles, del tráfico; de cómo te estafan en cada
parque y de la sangre derramada en cada sardinel de la periferia. Podría hablar
de mis personajes, de Lombardo con su perversión sexual y moral; de Natas y el
sadismo de sus crímenes. Podría hablar de millares de sueños y recuerdos. Pero
hoy no. A nadie le importa todo eso, ni a mí. Siento que hoy no hay nada malo
que contar. Va a finalizar el día y puedo decir que estoy tranquilo, en paz. No
me afectan los problemas de mi hogar. No me afectan los problemas emocionales
que venía sufriendo. Siento que se han disipado los malos pensamientos. Lo más
probable es que todo sea temporal, pero es lo de menos. Mientras escribo esto
estoy tranquilo y cuerdo, y eso es lo que cuenta. Hoy no ha ocurrido algo extraordinario.
Aun así, pude reír sinceramente. Logré sentirme cercano a la vida que quisiera
tener. Percibí que cada sonrisa, cada timbre de voz era real. Experimenté que
todo era auténtico, no solo un teatro para caer bien a todos. Aprecio
demasiado aquella experiencia. Mirar directamente a los ojos de alguien y
sentirme como en el mejor de mis sueños. Ningún adjetivo enervante podría estar
relacionado a mí. No tengo la menor idea de cuánto durará este cómodo estado de serenidad:
toda la noche, toda la semana, el resto de mi vida o sólo el tiempo que dura la
canción que estoy escuchando. Lo que sí me ha quedado claro hoy es que cada día
existen detalles tan pequeños, que llegamos a ignorarlos constantemente; sin siquiera
pensar en que cada uno de ellos nos podrían devolver algo de brillo a nuestras
almas tan golpeadas.
Silenced By the Night, una de las canciones más alegres de Keane. La primera que escuche del espectacular disco Strangeland. Muchos dirán que no es el mejor de la banda, pero siento que es el que refleja fielmente mi vida y no puedo evitar sentirme feeling con cada uno de sus temas.
Soy Joss! y después de mucho tiempo sentí placer al escribir.
Era otoño del
2003, mis padres, mis hermanos y yo fuimos a un recreo campestre a las afueras del
pueblo para disfrutar de un domingo familiar. El día transcurría con
normalidad: nos dimos un chapuzón en la piscina; jugamos en los columpios; dimos
una pequeña excursión por el bosque; almorzamos. Ya por la tarde, nos
recostamos en el pasto para descansar después de un día tan divertido. Pero bajo
los rayo del tibio sol, apareció la figura de un pequeño perrito que interrumpió
la cotidianidad de mí domingo. El diminuto can era fruto de la combinación de
muchas razas, tenía el pelo color mostaza pegado al cuerpo y un hocico
puntiagudo. Caminaba con la cola entre las patas, se notaba asustado al ver a
la gente del lugar. Yo me acerqué a él con curiosidad. Cuando lo revisé
minuciosamente pude notar que estaba bastante desnutrido. No obstante, lo peor
fue encontrar algunas llagas que eran causadas por aquella enfermedad llamada
sarna. Lo veía tan triste y asustado bajo el atardecer. La gente no se inmutaba
ante aquel cachorro, muchos ni siquiera se daban cuenta de su presencia, otros
lo espantaban cuando este se les acercaba esperanzado de que alguien le dé un
poco de comida. Ver aquellas escenas me abatía, pero por otra parte no sabía
que hacer exactamente. Me limité a seguir viendo al perrito en su trajín por
encontrar un poco de comida, hasta que recordé que en una de las mochilas que
habíamos llevado al recreo campestre yo había guardado un paquete de galletas de
soda. Apresurado busqué el paquete, y al encontrarlo opté por abrirlo y partir
las galletas en pequeños trozos. Me acerqué al pequeño perro y le ofrecí los
pedazos de galleta, los cuales este devoró agitadamente; tenía mucha hambre. -¿Cuánto
tiempo habría estado sin comer?- me preguntaba. Una vez que comió todo lo que
pudo, el pequeñín me siguió a través del recreo el resto de la tarde. Pude
verlo más animado, más vivo, agitaba la colita cada vez que lo llamaba. Él estaba
feliz.
Pero lastimosamente
llego la hora de irnos del lugar. Mi familia y yo nos dirigimos a la salida del
lugar, y detrás de nosotros nos seguía el pequeño perrito. Al salir, el pequeño
nos persiguió por el camino que llevaba a la carretera. Le pedí a mi madre si
podíamos llevarlo a casa, ella se negó puesto que ya teníamos a mi perrita
Motta en ese tiempo, me dijo que no podríamos mantener a una mascota más. Le
pedí que por favor lo hagamos pues el cachorro estaba muy débil, pero ella siguió
negándose pues tenía una enfermedad contagiosa y podría enfermar a mi otra
perrita. Le pedí a mi padre que interceda por mí, pero también se excusó afirmando
que no podríamos darle tratamiento a aquel pequeño perro. Yo lo veía, y el chiquitín me veía con ojos brillantes, tal vez
emocionado de que por fin había encontrado a una familia. Mi corazón se
quebraba más cada segundo que pasaba. Llegamos a la carretera y nos paramos al
lado de ella, esperando a que alguna moto taxi nos pudiera llevar. Quería
inventar alguna justificación, algún argumento que convenza a todos de que deberíamos
llevarlo con nosotros, pero no encontraba nada en mi cabeza. Quería simplemente
alzarlo y llevármelo a la fuerza a casa. Pero yo era tan pequeño aquella vez. Y
sentí que todos mis sentimientos se abollaron cuando mis padres me pidieron que
suba a la movilidad que habían parado. Subí en silencio mientras lo veía por
última vez sentadito en aquel lugar, bajo el cielo casi oscuro, con lo sueños
de tener una familia y una vida feliz rotos por completo. Abandonado un día
más, con la muerte tras sus patas, ignorado por todo humano que pasaba a su
lado. Lo podía ver en sus ojos, mientras me alejaba. Él solo deseaba una familia,
pero yo no se la pude dar.
Después de tiempo, por no decir siglos, volví a escribir. Necesitaba hacerlo. Los dejo con Party Police de la banda ALVVAYS.
Les escribe Joss!, el que no puede dejar el pasado atrás.