0

¡Brillante!

Debido a que sigo con un millón de cosas que hacer, no he podido escribir nada nuevo. Sin embargo eso no quiere decir que dejaré a mi blog sin una entrada nueva. Acudo a mi maletín de recursos de reserva y les desempolvo un texto que escribí hace aproximadamente un año. Fue parte del curso de Narrativa, dictada por el siempre elegante y refinado Raúl Tola en los salones del Centro Cultural PUCP. De seguro él ya se olvidó de mí, pero yo jamás olvidaré sus clases ni la forma como resolvía todas mis interrogantes en cuanto a la narración de cuentos. Debo admitir que lo enseñado por Raúl cambió mi perspectiva de ver la creación literaria... En fin, menos nostalgia y más acción. El siguiente cuento corto consta de ocho "minicapitulos", los cuales subiré en dos tandas de cuatro capítulos cada una. ¡Disfrútenlo!

¡Brillante!

Ya es tarde, nadie esperará a un alma que pronto morirá,
avanzarán sin mí y será en vano llegar allí.

Yo



Capítulo I: Una piña en la cabeza
El hombre que está a mi lado trata de contener su risa ¡Y cómo no! Le he dado un show esplendido al estrellar mi frente en el asiento delantero. No obstante, este incidente ha sido una salvación, pues ya me he pasado dos paraderos, y francamente, con el sueño que tengo; el bus podía llegar hasta Nazaret y yo ni enterado. Mientras dormía, mi cerebro proyectaba una terrible película de horror, una de esas que te estremecen hasta los huesos, de la cual sólo deseas escapar y no volverla a pensar jamás. Sin embargo, después de observar a mi alrededor, preferiría volver a internarme en mis sueños, por más descabellados que sean. Esta carcocha está repleta de gente y el bochorno es insoportable. En los asientos posteriores, están un par de ‘fresitas’ hablando de que tan grande la tienen sus enamorados. El modo de hablar de ambas me causa indigestión. Utilizan al por mayor aquel ‘manyas’ que tanto detesto; que chiquillas tan despreciables, apuesto mi colección de comics a que ni saben que significa. Cerca al medio, está una de esas tías con bebé alquilado (fácilmente es la quinta que se sube al micro) cantando una de esas insoportables canciones en quechua, que obviamente, son una sinfonía al lado de esa basura de reggaetón que acaba de poner un narizón con gorra y pinta de piraña sentado en el asiento de atrás. Cosas como estas hacen que un golpe de cabeza sea una caricia al lado de la jaqueca que te causan. Asqueado me paro y empiezo a empujar a todos hasta llegar a la puerta, la cual se abre, liberándome.

Capítulo II: Frenillos
Dejo atrás aquel zobaquiento bus, veo la hora en mi celular mientras empiezo el recorrido de esta gran avenida. Faltan dos minutos para el inicio de mis clases y estoy como a dos kilómetros de mi instituto, y a menos que camine un kilómetro por minuto, llegaré extremadamente tarde.
“Como escribir historias fascinantes” es el título de mi taller, y me vienen dando tips para poder escribir alguna novela que hace mucho quería plasmar en hojas. Es dictado por un conocido cronista, al cual puedo ver sonriente en un gigantesco anuncio situado cuadras más abajo como parte de la propaganda del diario que él dirige, y que nunca compro, no porque tenga mala información, sino porque no trae horóscopo. Él ha pedido  a la clase escribir un relato acerca de alguna anécdota. Yo ahora no tengo ni la más mínima idea de lo que escribiré pero haré el esfuerzo por impresionarlo un poco.
He llegado a la cuadra del anuncio de mi profesor, y se me da por observarlo sin detener mis piernas ¿Es posible tener los dientes tan blancos y parejos? ¿O sólo trata de mostrarme lo más encantador de él? Tal vez no sabe nada y solo me está ‘cabeceando’ el dinero con el cual podría comprarme unos cuantos juguetes más para mi colección.
No tengo, dinero para poder tomar un taxi, además he notado que por aquí no pasa ningún tipo de transporte público. Bueno, pues así poco a poco se van las ganas de querer llegar. Vamos, es sólo un taller, nunca me pondrán calificación alguna, no revisarán aquello que podía escribir, y es más, mi grandioso profesor ni siquiera sabe mi nombre.





Capítulo III: Otro camino
El sol se va ocultando, muchos edificios son tocados por su brillo agonizante. No obstante, hay uno que resalta entre los demás, “Libertad” es su nombre, no es el más alto de la capital, pero tiene una peculiaridad que hasta ahora ninguna otra construcción a copiado. En el lado iluminado por el ocaso dibujaron un ojo gigante con detalles bastante realistas, la pupila tiene ciertos colores especiales que brillan al reflejar la luz del atardecer. Es hermoso; si lo ves, te da una extraña sensación, como si alguien, en algún lugar de esta triste ciudad, está contemplando maravillado la caída del astro más brillante.
Yo aún veo a “Libertad” muy lejos, pero esta allí y me seduce, deseo ir. Nunca he subido al último piso, hoy estoy decidido a hacerlo. No tengo nada más que hacer, marcaré un camino hacia la Libertad.

Capítulo IV: Ser brillante

El viento sopla fuerte, cada cuadra me hace un peinado diferente. Este lado de la ciudad es bien guapo, puedo ver todo más ordenado, limpio y decente ¡Hasta hay basureros en cada esquina! Esto si me gusta, mis sentidos perciben que la contaminación ambiental de esta inmunda ciudad ha quedado atrás y he llegado a un lugar mejor. Lo único que me disgusta de por aquí es la gente, me siento asfixiado al ver a tantos ‘yuppies’; esos tipejos con ternito, camisa blanca y corbata que creen que el mundo es una empresa en la cual siempre tienen que estar formales; salir de sus trabajos. Además también detesto esos carros elegantes con lunas polarizadas y a los conductores de estos, manejan pésimo y se dan el lujo de mentarte a la madre y ningunearte cuando tú estas manejando un tico y les reclamas algo. Como odio a ese tipo de gente.
Camino entre la multitud, invisible, todos pasan  y nunca reparan en mi, empujando, viendo sus relojes, hablando de sus grandezas y nunca de sus derrotas. Yo soy uno más allí, desconocido, sin una luz que me ilumine, ni un cartel que diga que soy alguien. Puedo hacer cosas grandes, mucho más que sólo terminar una carrera que  desprecio, mucho más que ir con terno a una empresa donde pasaré el resto de mi vida tragando papeles de marketing y negocios, mucho más que sólo escribir cuentos llenos de resentimiento y culpa. Deseo ser alguien que deje una marca en alguna vida, deseo sentir que he logrado algo. Yo deseo…
Ese chirrido que te irrita los oídos de las llantas de un automóvil frenando en seco se escucha en toda la cuadra y rompe mis pensamientos de forma abrupta. En un solo parpadeo, una camioneta se estrella contra un puesto de periódicos, haciéndolo añicos. El conductor, un joven que baja con cara de imbécil del carro y con una mano en la frente, debe tener muy mal gusto como para pegar esos stickers de niño meando y sacando el dedo medio en la maletera. Mucha gente se acerca al lugar, como siempre, este es un país lleno de mirones. Una mujer empieza a gritar pidiendo auxilio, cree que la vendedora esta bajo las llantas. En fin esto es tan común en la capital, que no me impresiona ver estas escenas, a pesar de ser la primera vez que observo de cerca un accidente. Estoy cansado de ir por esta interminable avenida, así que busco con los ojos un pasaje por el cual entrar, según recuerdo; por aquí cerca hay un parque que antes me gustaba recorrer. Sigo mi camino, no sin antes escuchar que otra mujer empieza a gritar, esta vez insultos de grueso calibre, es la vendedora de periódicos tratando de lincha al conductor responsable de hacer volar por los aires su puesto.

CONTINUARÁ...




Bueno eso es todo por ahora, ya son casi las 6 am y mi maldito insomnio no me deja cerrar los ojos para nada. Creo que necesito medicarme. Y hablando de medicamentos, los dejo con la canción Meds de la banda Placebo, la cual en un par de días dará un concierto junto a Julian Casablancas (de The Strokes) y Pixies como parte del festival Lima Color Night Lights. Obviamente, su humilde narrador estará presente en dicho evento, el cual se perfila como uno de los mejores de este año. En fin, lanzado en octubre del 2006, Meds es el cuarto y último sencillo del álbum homónimo. Con un vídeo bastante polémico y unas letras que queman, es una excelente canción de fondo cuando tomas un antidepresivo o te pasas de vueltas en una fiesta (yo lo escuche en ambas ocasiones, y funciona jaja). 

Les escribió Joss!, más noctambulo que Batman, Drácula y un Búho juntos. ¡¡¡Hasta la próxima!!!


















0 comentarios:

Publicar un comentario